Revista Vino
Según la Wikipedia, el tinto de verano es "un combinado típico español realizado con vino tinto y gaseosa o refresco con sabor a limón." No entro a discutir ni a debatir esta "definición" y parto, además, del concepto de que "para gustos, colores". Pero en días en que el calor de verdad se hace presente, en días en que las propuestas más adecuadas para el verano parecen pasar sólo por el frío (presentado en forma de helado; o de cóctel con bebidas hiperalcohólicas, etc.), me apetece reivindicar otra manera de entender el "tinto de verano". Porque si es tinto, quiere decir que proviene de uvas tintas. Y si es de verano, quiere decir que se toma en verano, que es estación en que los calores aconsejan comidas y alcoholes ligeros, frescos, moderados y de fácil digestión.
Mi tinto del verano no tiene una fórmula fija, permite ser disfrutado en cualquier lugar del planeta en el que coincidamos con el verano y sólo pide espíritus divertidos, avisados y algo rebeldes que, sin duda, encontrarán la botella necesaria allí donde estén. Mi tinto de verano está hecho con cualquier uva tinta, sea monovarietal o en ensamblaje. También admite pequeñas aportaciones de uva blanca. Procede de viñedos que han tenido la menor cantidad posible de tratamientos y, casi siempre, efectuados de la forma más natural posible. Mi tinto del verano es de uva vendimiada y llevada con rapidez a la bodega donde, con raspón o sin él (aunque a mí me gusta más con la madera natural de la que vive la uva), ha empezado una maceración carbónica (que puede completarse o ser sólo semicarbónica). Mi tinto del verano ha tenido un contacto moderado con los hollejos y aunque las uvas sean potencialmente tánicas, sus hacedores han preferido primar las esencias de la fruta antes que otras cualidades. Su color es tinto, claro, pero dentro del abanico único de los colores de la tintura hay muchos matices (algunos pueden incluso parecer rosados, pero de uvas tintas mayoritarias son...). Cualquier recipiente es bueno para los procesos de fermentación (pipas y maderas de cualquier tamaño; lagares de cemento; depósitos de acero inoxidable; plásticos alimentarios...) pero es importante que sus posibles aromas no pasen al vino. La fermentación arranca y termina sin ayudas externas y con las levaduras del campo y de la bodega. Hay que embotellar pronto sin estabilizar ni filtrar (a ser posible). Hay que sulfitar lo mínimo posible también (de preferencia nada, si se ha podido usar el CO2 de la fermentación como protector natural). Mi tinto del verano se sirve fresco, jamás frío, para que podamos saborear ese vínculo entre personas, tierra y uvas. Puede tener un poco o un mucho de carbónico pero jamás le vendrá éste por un refresco gaseoso sino porque el gas de la fermentación alcohólica se ha conservado en botella.
Mi tinto del verano es un vino fetén que, tomado con la moderación que convenga a cada cual, hace el bien al cuerpo, al espíritu y a las buenas compañías que lo beban con uno. Mi tinto del verano provoca largas sobremesas y mejores siestas. Facilita la amistad y los sentimientos sinceros. Mi tinto del verano tiene nombres y apellidos. Propongo algunos y me dejo muchos más. Por supuesto, sería genial que los lectores de este post propusieran sus tintos del verano también. Los que se me ocurren ahora mismo, por ejemplo, son: Brutal 2015 de Antonio Vílchez. Kabronic 2015 de Samuel Cano (El Patio). Vinya Sanfeliu 9Rei 2014 de Jordi Sanfeliu (Ecosetrill). La Amistad 2014 de Rafa Bernabé (Viñedos culturales). Château Paquita 2014 de Eloi Cedó (Sistema Vinari). Syrnacha 2014 de los Valenzuela (Barranco Oscuro). Roig Boig Tranquil 2015 de Toni Carbó (La Salada). El Marciano 2015 de Alfredo Maestro. Almendrito 2014 de Mariano Taberber (Cuevas). Merla 2015 de Josep Mª Pujol-Busquets (Celler de les Aus, Alta Alella). Kedungu 2014 de Jürgen Gouws. El Cosmonauta y el viaje en el tiempo 2015 de Iker Mauleón (El Mozo Wines). Xérico 2015 de Roberto Oliván (Tentenublo Wines). Lirac Rouge 2014 de Eric Pfifferling (L'Anglore). Plou Plou Point Barre 2014 de Philippe Bornard. Fleurie 2014 de Philippe Pacalet. Sus Scrofa 2015 de Ramon Parera y Jordi Arnan (Celler Pardas). Vía Revolucionaria Bonarda Pura 2014 de Matías Michelini. El País Pipeño 2015 de Roberto Henríquez. y etc.
Beban ustedes tintos, ¡que también son para el verano!