La hiperactividad es un trastorno heterogéneo, denominado “trastorno por déficit de atención con hiperactividad”, que se inicia en la infancia, más frecuente en los niños varones y que comprende un patrón persistente de conductas de falta de atención, hiperactividad o exceso de movimiento, e impulsividad o dificultad para el control de los impulsos.
- La inatención, que es concebida como un estilo conductual de cambio frecuente en las actividades;
- La hiperactividad, entendida como un exceso de actividad o movimiento en situaciones que requieren calma; e
- Impulsividad, interpretada como un estilo de conducta demasiado rápido y precipitado.
Según predominan los síntomas de hiperactividad/impulsividad, de desatención o ambos, puede diagnosticarse uno de los tres subtipos: predominantemente hiperactivo- impulsivo (TDAH/HI), predominantemente inatento (TDAH/I) o combinado (TDAH/C).
Déficit de atención.
Son muchos los investigadores que indican que la inatención es el síntoma fundamental de la hiperactividad. Este aspecto ha sido estudiado en numerosas investigaciones y, actualmente, desde el ámbito neuropsicológico, se acepta la hipótesis sobre el papel que desempeña la corteza prefrontal en este trastorno. Se sabe que esta estructura anatómica de nuestro cerebro está implicada en el funcionamiento de habilidades mentales de orden superior, entre las que se incluyen la atención (Swanson, Castellanos, Murias, Lahoste y Kennedy, 1998; Castellanos y Acosta, 2004).
Actividad motora excesiva.
En sentido restringido, el término hiperactividad es utilizado para referirse a un síntoma o pauta de conducta específica, que se manifiesta a través de un movimiento corporal constante y desorganizado sin que exista un fin específico, de ahí, que estos estudiantes sean catalogados como muy nerviosos, inquietos e impacientes. Sin embargo, es en los lugares y ambientes más estructurados, como el aula, donde se produce este exceso de actividad motora, mientras que en ambientes más relajados (ej. durante el juego) es cuando esta agitación disminuye. A esta actividad excesiva se asocian déficits en la motricidad gruesa, que estarían relacionados con problemas en la adquisición del esquema corporal, y en la motricidad fina (Herrera-Gutiérrez et al., 2003).
Impulsividad.
La dificultad para controlar los impulsos y postergar la satisfacción inmediata de los deseos es la tercera de las características del TDAH. Por ello estos estudiantes presentan bajo nivel de tolerancia a la frustración y un deficiente autocontrol. Una de las consecuencias que se deriva de este síntoma es la limitada capacidad de estos niños para conocer las consecuencias de sus acciones, que les lleva a interrumpir los actos de otras personas y a tener comportamientos peligrosos, en la mayoría de veces desobedeciendo a los adultos (Herrera-Gutiérrez et al., 2003).
Dificultades de aprendizaje y rendimiento académico en niños con TDAH.
Tanto los padres como los profesores de niños pre-escolares con hiperactividad observan las primeras dificultades en el aprendizaje, sus olvidos, problemas de conducta, falta de conciencia de normas, algunas dificultades en las destrezas motoras y los déficits atencionales que se van haciendo cada vez más evidentes, lo que les lleva a obtener peores resultados (López et al., 2004). Según Barkley (2002, 2006, 2008), el bajo rendimiento académico y el fracaso escolar son comunes entre los niños hiperactivos. Esto suele ser la consecuencia de la impulsividad, los problemas de atención, otros elementos psicopatológicos asociados, la calidad de los refuerzos ambientales y la propia capacidad para desarrollar mecanismos compensadores. El bajo rendimiento académico de los niños con hiperactividad se asocia primordialmente a dificultades específicas en el aprendizaje de la lectura, la escritura, las matemáticas y la solución de problemas.
La inadaptación escolar y su relación con el TDAH.
La adaptación hace referencia a la capacidad para modificar una conducta en respuesta a las cambiantes exigencias del ambiente. El criterio de inadaptación lo determina la desviación de su comportamiento respecto a las propias expectativas o a las dominantes en su ambiente (Hernández y Jiménez 1983). De acuerdo con Hernández (1990) la inadaptación escolar está representada tanto por factores de inadaptación externa –como es la baja aplicación en el aprendizaje y las conductas de falta de disciplina en la escuela–, como por actitudes aversivas hacia el profesor, la clase y el colegio, y desmotivaciones hacia el estudio y el saber.
Ref. Diego Javier Sánchez Mármol y Eva Herrera Gutiérrez, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Murcia.
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