
AMC ha vuelto a hacer lo de siempre: nos ha regalado una temporada irregular de 'The Walking Dead' para, en su midseason finale, darlo todo y dejarnos con ganas de (mucho) más. La cuarta temporada de la serie de los zombies ha alternado, como viene siendo habitual, buenos y malos capítulos. O no malos, sino menos interesantes. La reaparición de cierto personaje ha dado vida al drama de los muertos y ha supuesto toda una revolución que ha dado lugar a muchos "¡Por fin!".
A partir de aquí, spoilers de los ocho primeros capítulos de la cuarta temporada de 'The Walking Dead'.
Los humanos han cambiado de enemigos: los zombies siguen campando a sus anchas, pero el mayor peligro está en los propios humanos. Una guerra por conquistar la prisión (y cualquier sitio potencialmente interesante, como vimos en aquel pequeño campamento durante el segundo capítulo centrado en el Gobernador). Sí, el Gobernador. Todos sabíamos que iba a regresar y lo hizo al más puro estilo "The other 48 days" de 'Perdidos'. Dos capítulos sirvieron para ponernos al día de sus hazañas post-Woodbury. El resurgumiento de su lado más sentimental sin olvidar su verdadera identidad, quitándose de en medio a todo aquel que pudiera recordar su pasado. El descubrimiento de la prisión, y la captura de Michonne y Hershel le abren las puertas a su siguiente plan: convertir la prisión en su nuevo hogar y echar a sus actuales moradores. Y como su capacidad oratoria es magnífica, no tiene que hacer mucho esfuerzo para convencer a su nueva "familia" de que su plan es EL plan.
Y así se produce el tan ansiado encuentro entre el Gobernador y Rick, los polos opuestos de la ficción. El primero es el malo oficial, pero, ¿y Rick? ¿Por qué juega a estar por encima del resto expulsando a Carol de la prisión cuando hizo algo totalmente coherente? Aunque el verdadero cara a cara tiene lugar más adelante, la batalla dialéctica entre los líderes de ambos bandos (¿por qué Rick grita y el Gobernado habla con un tono de voz normal?) deja claro que sus ideas no encajarán nunca. "Todos debemos cambiar", pero el Gobernador no va a dar su brazo a torcer y, cuando comprueba que no se le toma suficientemente en serio, amenaza con cortarle la cabeza a Hershel. Y no se anda con chiquitas: pocos segundos después cumple con su amenaza (¡¡Por fin!!) y se desata la guerra. Al menos, hay que reconocerlo, tiene el bonito detalle de cortarle la cabeza por completo evitando que se convierta en zombie. Y lo hace justo cuando aparece Lilly con el cadáver de Megan en brazos, la nueva "hija" del Gobernador. Sin pensárselo dos veces le pega un tiro. No hay preguntas. No hay reacción. Sólo acción.

Vida y obra del Gobernador

El futuro son los niños
Las cosas no pueden pintar mejor para el futuro de la serie: ¡¡Por fin!! dejamos atrás la prisión y conseguimos un ansiado cambio de escenario. Tenemos a todos los personajes dispersos por el bosque (y con algunos de los que llegaron con el Gobernador dispuestos a conseguir un nuevo hogar). Carol está por ahí perdida y debería reencontrarse con Rick. Y a un grupo de niños acompañados por Tyrsee y liderados por una pequeña psicópata con muchas ganas de pegar tiros.