Estos días mi oficina parecía el campamento de los aqueos, mientras los troyanos les lanzaban fuego y piedras, provocando incendios en las naves revestidas de madera , con las que aquellos, debían de regresar a casa tras la conquista de Troya. Pocas veces se me personificó mas de cerca la figura del despota Agamenón, capaz de perder las maneras y el norte, al tomarse por lo personal algo que solo fue una protesta laboral, como le pasó a Aquiles , por algo que, sin duda , derramaba razón por los cuatro costados ; de esta trivial escaramuza aprendí varias cosas, entre ellas que un lider nunca debe perder la cabeza, y que para algunas cosas, sólo somos números, estadísticas, objetivos, meros datos fríos y grises.
La amistad tarda años en forjarse, pero apenas horas en perderse ; no obstante siempre hay una vía para superar los marrones diarios, y es legal, la de tomarse un buen vino a la salud de aquellos que aún te valoran por lo que haces , y por cómo eres ; buena muestra de reconstituyente anímico es este vino del corazón de la Ribera.
Agamenón