'Tres vidas chinas', de Dai Sijie

En una entrevista que le hicieron hace poco a Dai Sijie, durante su estancia de promoción de Tres vidas chinas aquí en España, le preguntaron por su preferencia por el cuento ante la novela. Y me encantó su respuesta...

"Me gusta más. Y está en la cultura de los chinos. El cuento es milenario y es un concepto muy chino, la novela larga es una creación puramente occidental. (...) En la novela occidental está el autor como un dios que crea un mundo y lo controla, eso es extraño para la mentalidad china, donde hay una sociedad de dioses. El que un autor controle un mundo entero no lo conciben. Un cuento narra una parte de la vida, un momento puntual."

Y en esa parte de la vida, en esos momentos más o menos extensos, a veces se encierra todo un mundo, añadiría yo, y se viven con una intensidad que la extensión de la novela diluye.
Y Tres vidas chinas es un conjunto de tres cuentos, tres relatos, tres  existencias. Sijie sitúa esas tres vidas en la isla paradójicamente llamada de la Nobleza, una isla real a la que se envían los desechos tecnológicos, un gran basurero en el que viven, en el que arrastran sus vidas, unos seres que el autor nos presenta sin embalaje alguno de sentimentalismo.

Dai Sijie (China, 1954)

Un adolescente de doce años, afectado por una extraña enfermedad que le otorga el aspecto de un viejo de diminuto tamaño, se convierte en la última adquisición del director de la cantina de la cárcel.

Una joven patinadora sobre hielo está convencida de que su padre, vigilante de un depósito de agua, es el culpable de la desaparición de su madre.

Un estudiante de arte recuerda la noche en que su madre avivó las brasas de la forja para fabricar una larga cadena de hierro con la que sujetar a su otro hijo, víctima de la locura del plomo.

Si escuchamos al autor, él mismo nos revela su pretensión de hacer una crítica a la China capitalista, que va dejando muertos tras sí. Y esos cadáveres que van quedando atrás son los marginados, los pobres, los que no logran incorporarse a esa vorágine de consumismo sin sentido, y el alma de la misma China.
Así en el primer cuento, Ho Chi Minh, de una sencilla ternura, vemos las dos caras de la moneda de la explotación: el explotador, el director de la cantina de la cárcel, y el explotado, un muchacho de doce años afectado de progeria, ajeno este último a la esclavitud a la que está siendo sometido. El mejor de los tres cuentos en mi opinión.

El Bogart del depósito de agua, el segundo de los relatos, narrado en primera persona por la hija única de una familia, se centra en el dolor, el caos y la desconfianza que emerge a raíz de la desaparición de la madre. Ella desconfía de un padre poco ambicioso, de un padre que siempre la ha apoyado y que ha centrado su vida en ella. Y, sin embargo, ella desconfía...
Y el último, El acorazado que pasa a través de las montañas, es, sin duda, el más duro y al que he tenido que dedicar una segunda lectura para poder entender en su complejidad el horror, la crueldad y la locura que se haya entre sus páginas, la locura del que lo da todo y es dejado atrás sin miramientos...
Tres vidas chinas es una lectura dura, incómoda, pero muy recomendable. Desde luego, no penséis encontraros con algo parecido a Balzac y la joven costurera china. Nada que ver. En Tres vidas chinas el horror, la degradación, la miseria se presentan sin ambages ni disimulos, sino con la misma impiedad que tiene un agresivo sistema capitalista que arrolla a su paso. Sobrecogedora.

Marcapáginas 153

Este bonito marcapáginas de hoy es un regalito de Goretti, del blog Montón de marcapáginas, que ha hecho unos preciosos marcapáginas para conmemorar el 4º aniversario del blog. ¡¡Muchas gracias de nuevo, Goretti!! Ya os iré enseñando los otros que me ha enviado...
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...