Por supuesto que yo también he caído en las redes de True Detective, y he perdido la cuenta de los cigarrillos que me habré fumado viendo cada uno de sus ocho capítulos.
Si en este siglo no fuera decir demasiado, catalogaría a esta serie de obra maestra. Maestra en la infecta trama, maestra en sus personajes heridos, maestra en la sucia y deprimente ambientación. Si a Woody Harrelson y Matthew McConaughey les quedaba algo por demostrar, ya se pueden ir de merecidas vacaciones a una isla rodeada de aguas cristalinas.
La historia es capaz de sacar lo más nauseabundo y sórdido del ser humano, mezclándolo con religión, prostitución, alcohol y paisajes verde esperanza sobre fondo de cielo gris al sur de Luisiana. Y sé que citando estos elementos voy a despertar el interés de muchos de vosotros.
Se rumorea por ahí que a la segunda temporada se apunta Brad Pitt, lo que no suena nada, nada mal.