Tomado del blog: librosyvideoscristianos.blogspot.com
Si eres profesor o profesora de secundaria, especialmente en el submundo de la ESO, seguro que comprenderás de qué va esto.
Suena el timbre, entras a una clase, pongamos por ejemplo a un 1º o a un 2º de la ESO, empiezas a sacar el material o a escribir en la pizarra, y, ¡zas!, no puedes seguir: interrupciones, faltas de respeto entre los chicos, faltas de respeto contigo, gritos, gente de pie, un grupito que no trajo el libro, otro que olvidó la libreta.
En medio del caos, hace acto de presencia el chistoso de turno, o el típico par de chicos que se plantan y se dedican a conversar,…
¡Dios mío!, ¿Qué hacer?
Solución nº 1: deprimirte cada vez que te acuerdes que tienes que dar clase a ese grupo. Lo bueno es que si te deprimes mucho, mucho, puede ser que hasta adelgaces, y pierda los kilitos que te sobran.
Solución nº 2: puedes quejarte, empieza por los padres, sigue luego con el tutor, el centro, la sociedad, las leyes educativas, los medios de comunicación social, la crisis de valores, el sistema capitalista, el Internet, etc.…Lo bueno es que no estarás sólo, siempre encontrarás gente que te acompañe en tu cruzada quejica.
Solución nº 3: puedes también cambiar de trabajo, lo malo es que dada la tasa de paro, por lo menos aquí en España, no tienes muchas opciones, salvo que te dediques a hacer tartas por encargo, o a la elaboración de bisutería, y creo que ni eso.
Solución nº 4: haz un curso de hipnotismo, o encuentra una varita mágica, o un mando supersónico que paralice a los chicos mientras montas tu clase. Ya sé que es una fantasía muy socorrida, pero que no se diga que no le ponemos imaginación al asunto.
Si no quieres deprimirte, ni te vas a apuntar al club de las quejas, si sigues pensando que la educación es tu vocación, y, además, la idea de la varita mágica no te convence, me gustaría compartir contigo algunos trucos que conozco para la gestión del aula.
No te garantizo un 100 % de efectividad, pero los he probado en mi propio trabajo de profe, y parecen funcionar en muchos casos. La cuestión está en no rendirse. Algunas de estas cosas las aprendí observando a otros compañeros que se destacaban, precisamente, por su buena gestión del aula
A continuación, los trucos que quiero compartir:
* Cuando se forme un alboroto en el aula evita a toda costa mandar a callar con gritos. Alzar la voz puede tener, a corto plazo, un efecto inmediato, pero desgasta tu autoridad, y con el tiempo se hace inefectivo. Tendrías que gritar y gritar cada vez más, lo cual sinceramente no te lo aconsejo. Es preferible, en cambio, que bajes el tono de voz, y que los mires con cara de enfado, en la mayoría de los casos los alumnos se irán callando paulatinamente. Persiste en una actitud severa, pero tranquila, hasta que el silencio sea absoluto.
* Establece en las primeras sesiones unas normas sencillas y claras de funcionamiento, intenta por todos los medios que los alumnos y alumnas participen en la elaboración de las mismas. Que algunos voluntarios las escriban en una cartulina, y las coloquen en un lugar visible en el tablón del aula.
* No anuncies nunca sanciones desproporcionadas que luego no puedas cumplir. Perderás credibilidad. Es mejor una pequeña sanción puntual, e inmediata, y que realmente lleves a cabo.
* Salvo que la situación sea muy notoria, no reprendas nunca en público a un adolescente, es siempre preferible conversar a solas con él fuera del aula. Durante la conversación establece pequeños acuerdos. Evita los juicios de valor sobre la persona del alumno del tipo: “Eres un irresponsable”; enjuicia más bien su conducta: “Te has comportado de una manera irresponsable”. Parece una sutileza, pero los efectos son distintos.
* Controla siempre el lugar donde se sientan los alumnos en tu clase, no lo dejes nunca a la libre decisión de los chicos.
* Establece tú mismo las medidas correctivas que estimes necesarias: citar a los padres, escribir una nota en la agenda, etc. Algunos profesores esperan que lo haga el tutor del curso o la jefatura de estudios, sin embargo es mucho más efectivo si tú mismo resuelves las incidencias. Reserva el recurrir al tutor para los casos que no puedas resolver.
* Utiliza el poder de la mirada: mira seriamente a los chicos cuando tengan alguna conducta inadecuada. Simplemente míralos con fijeza. Te sorprenderás de los resultados.
* Evita siempre cualquier actitud de coleguismo con el alumnado, lo cual no significa que no puedas ser cercano con ellos, pero siempre desde tu rol de profesor. Si jugamos a ser sus amigos, les creamos falsas expectativas, y nos exponemos a situaciones incomodas.
* No toleres nunca faltas públicas de respeto entre los alumnos, y hacia ti como docente. Paremos la clase, y corrijamos decididamente la conducta inadecuada.
* No hagamos siempre lo mismo, variemos la dinámica de la clase, los recursos, la metodología. Utiliza refuerzos positivos de todo tipo, a veces basta con un pequeño elogio dicho en el momento oportuno.
* Si mandamos alguna tarea, dediquemos un tiempo a corregir lo que han hecho, y dejemos constancia del trabajo de los alumnos en nuestro cuadernillo de control.
* Al concluir la clase caminemos entre las mesas y pongamos un “bien” en la libreta de aquellos que han seguido con atención la clase. He descubierto que este simple gesto tiene un efecto motivador.
* Evitemos a toda costa expresiones negativas del tipo: “son el peor curso del instituto”, “nunca hacen nada”, etc. He descubierto que no funcionan, y además les refuerza en su convencimiento de que son un curso difícil. Es preferible decir lo mismo en clave positiva: “Necesitamos avanzar en,…” “Hemos logrado esto hoy, mañana nos proponemos alcanzar aquello y lo de más allá,..” Es cuestión de lenguaje, pero el resultado es diferente.
* Si el curso se ha comportado en forma adecuada, dejemos constancia en el libro del aula para que lo vean el resto de los profesores, el tutor, y, especialmente, los mismos alumnos.
* Si ponemos un parte de disciplina, es más efectivo leerlo con el alumno e intentar llegar a algún acuerdo. Si lo entregamos al tutor directamente, la mayoría de las veces la incidencia no quedará totalmente resuelta.
* Una solución de emergencia: si en un determinado momento no paran de hablar, ¡Haz un dictado! Sí, ya sé que no es lo más recomendado por los métodos pedagógicos de hoy día, pero lograrás que hagan silencio y que se concentren.
Bueno, esto son apenas algunos de los trucos que conozco. En realidad hay muchos más, ya saben aquello que dicen de que cada maestrillo tiene su librillo,…por hoy lo dejo hasta aquí, porque, además, el tema es infinito.
Si algún compañero o compañera quiere aportar más ideas que ayuden a la buena gestión de la clase en la ESO, ¡bienvenidas sean!,…
Revista Religión
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