La entrada número 400 (¡!) de este blog empieza justo aquí: Qué pasmosa, la habilidad que muestran Guillermo Farré y sus compinches para alcanzar la excelencia en sus canciones. Ninguna de las cuatro (ahora, en castellano) contenidas en “Medalla de Plata” baja del notable, y al menos en la mitad de ellas se permiten hollar, como si tal cosa, algunas de esas cumbres de nuestro pop que (parecían) imposibles de escalar.
He de reconocer que no ha sido hasta ahora que me he interesado por la música de los madrileños Wild Honey, incluso a pesar del reconocimiento que -sobre todo- alcanzaron con “Big Flash” (2013), un disco producido por ¡Tim Gane! (Stereolab, por si las mayúsculas no han sido lo sufientemente elocuentes) en el que ya se ponía de manifiesto el mimo puesto por el grupo para lograr el sonido exacto que demandan sus composiciones: un error que en un devoto de The Left Banke y el sunshine pop, como es mi caso, no podía en modo alguno ser prorrogado, y que ya he empezado a corregir en este 2015.
La orfebrería pop de Farré (suyas son las composiciones, y en esta útima ocasión, también la producción) está a otro nivel, así de sencillo: hace falta haber escuchado mucha música, y saber aún más sobre composición, para publicar cuatro canciones que son como cuatro soles de mayo, de esos que aún no queman pero transmiten a los brazos desnudos una deliciosa sensación de cálida caricia. Las de este último EP se dirían abandonadas a una deliciosa deriva, la de un pop que en su cadencia perezosa y agradable no consigue disimular una enorme complejidad. Esa es precisamente la gran virtud de Farré: que pese a lo intrincado de los arreglos, éstos nunca caen del lado del exceso, sino que con enorme sutileza consiguen convencernos de una naturalidad tan engañosa como difícil.
En lo sonoro, parece evidente que Farré aprovechó la ocasión que tuvo con Gane para aprender sobre producción, porque las nuevas canciones no desentonarían en absoluto (salvo por el salto idiomático) al lado de joyas como “Tooth Tree“: en ese punto mágico en el que se encontrarían, pongamos por caso, la melancolía sepia de Elliott Smith y las coloridas sinfonías de High Llamas (la referencia al supergrupo de Sean O’Hagan la copio de Jaime Cristóbal, quien manteniendo las habituales coordenadas, ha tenido el buen gusto de incluir esta “”Tu Propia Montaña Sainte Victoire” en su último Popcasting: no creo que haya mejor prueba del algodón en este país).
El EP se publicó el pasado día 3 de marzo en una edición limitada de 300 copias limitadas, de la mano de Lazy Recordings, el sello con el que el mismo Farré trata de extender el cariño con que trabaja sus canciones hasta las mismas manos del comprador. La portada del 10″ es obra de Jessica Dean Harrison (igual os estáis preguntando por qué os suena: es la misma artista quehace bien poco ilustró el “Picture You Staring” de los canadienses TOPS), y como comentaba al principio, el listón no baja del notable. Dejadme, sin embargo, que muestre mi más completa debilidad por la pista titular (¡qué gozada escuchar versos en nuesto idioma que encajan como un guante en las melodías, en lugar de la habitual alteración de los acentos para forzar a las primeras a encajar en el apretado corsé de las segundas!), y esta pista que hoy ilustra el post: elegante, exquisita, y deliciosamente retro. O algo realmente sensacional pasa en la música de este país en 2015, o la medalla de plata de Wild Honey será, al llegar el momento de los podios, una refulgente y merecidísima medalla de oro.
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