Tú puedes ser mi visitante #10000

¿Eres de los que nunca le ha tocado ni una sola rifa o ningún sorteo? O por el contrario, ¿eres de los que acumulan tantos premios y reconocimientos que ya no puedes recordarlos todos? Si te identificas con alguno de estos escenarios o simplemente quieres empezar este 2015 con una nueva marca, esta es tu oportunidad: Tú puedes ser el visitante número 10000 de “Confesiones de un escritor impulsivo” en su etapa WordPress.

Casi dos años después de haber migrado –e integrado- los cinco blogs que llegué a tener bajo la plataforma Blogspot, las 10000 visitas me obligan a hacer un pequeño balance de las entradas, comentarios y seguidores que han formado parte de kikemorey.wordpress.com en todos estos meses.

Para empezar, WordPress me permitió utilizar una única dirección para aunar mis distintas motivaciones narrativas, permitiéndome utilizar menús y categorías para organizar mejor el contenido del blog. Ello a su vez me permitió mantener una regularidad para postear una entrada por semana –los martes- que podía ir desde una sencilla crítica cinéfila hasta relatos mucho más elaborados.

A la luz de las estadísticas, son las crónicas personales las que han conseguido mayor éxito y en particular aquellas que están relacionadas con la música. Un momento cumbre, en el que rememoro un concierto de Joaquín Sabina en el Auditorio Nacional de México en febrero del 2000, es la entrada con el mayor número de lecturas (373) gracias a que tuvo mucha difusión por varios de mis amigos templarios y por el propio Pancho Varona. Mi particular lista con las diez mejores canciones de El Último de la Fila también está dentro de las más leídas (240) propagada también por otros fanáticos de la banda en distintas redes sociales.

Pero también forman parte del top 5 de las entradas más leídas recuerdos tan propios como el in memóriam que hice a raíz del fallecimiento de mi padre o la carta con motivo del primer cumpleaños de mi hija Paule. Parece que las muertes y los nacimientos (o el primer año) son temas tan trascendentales que siempre contarán con la complicidad de tus seguidores. Un caso curioso es la entrada dedicada al Copacabana de Barry Manilow: tiene casi 200 lecturas, muchas provenientes de búsquedas en Internet. Me imagino al internauta ocasional que se le ocurrió hacer clic a la página de mi blog esperando encontrar detalles secretos de la canción. Espero no haberle decepcionado, o al menos no tanto.

Viviendo en España, no es casualidad que la mayor parte de las lecturas se hayan hecho desde aquí (3904). Perú, mi país natal, ocupa el segundo lugar con casi 2000 lectores y mis amigos mexicanos (1210) y argentinos (682) seguro que me han ayudado a publicitar mi blog dentro de sus fronteras. Tengo grandes amistades, de todas mis épocas, viviendo en los Estados Unidos, por lo que tampoco sorprende que casi una décima parte de las visitas provengan de allí. Pero en la lista de países aparecen, además de varios latinoamericanos como Colombia, Chile y Bolivia, algunos tan extraños como Estonia, Filipinas o Kuwait. O algún conocido hizo clic estando de viaje o el anti-spam no funcionó eficazmente en todos los casos.

Para terminar con este resumen, quiero agradecer a los 120 suscritos a este blog -a quienes les llega un correo electrónico cuando se publica una nueva entrada- y a todas las personas que vía Facebook, Twitter o Google + hacen un clic cuando un post les interesa. Dicen las estadísticas que han habido 355 comentarios en total; quitando mis respuestas, deben ser alrededor de 180 las veces en que alguien quiso dejarme alguna nota debajo de su entrada favorita.

Así que para mejorar estas números, te propongo que al finalizar esta lectura revises al final de la página para ver si es eres el visitante número 10000. Si lo eres, deja tu comentario con el cual harás perdurar tu marca. Y si eres el 9999 o el 10001, también. O el 10002, da igual. En cualquiera de los casos serán respondidos y agradecidos eternamente. Porque esa es la mejor forma de reconocer a quienes se toman el tiempo de leerte. Porque lo mejor que le puede pasar a un escritor (o a un aspirante a escritor) es saber que alguien, en algún lugar, lo lee.

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