Revista Cine
‘Un amor entre dos mundos’ – Arriba y abajo
Publicado el 06 abril 2013 por Cinemalights @CinemaLights2+2= 4. Las matemáticas no tienen interpretación posible. Así que, por muy bonita que sea esta suma, por muy importante que sea como base del conocimiento científico, la solución siempre será 4, nunca 5. Ahora bien, cuando nos ponemos a hablar de artes, escritos, imágenes, películas, etc., un buen todo siempre vale más que sus elementos por separado. A una película que suma perfección técnica con sugestión, mensaje, emoción, interpretación y conexión con el espectador —siempre al servicio de la historia y sus escenas—, la podemos llegar a considerar una obra maestra. Por el contrario, si nos quedamos sólo con uno o dos elementos de la lista, el resultado ya no es el mismo. Éste es quizás el principal problema de Un amor entre dos mundos, cinta romántica de ciencia ficción que se estrena esta semana y que, aun con una brillante estética, queda desaprovechada en la parte argumental.
Titulada en su versión original como Upside Down, el nuevo largometraje de Juan Solanas nos transporta hasta un universo con dos mundos que tienen gravedades opuestas y viven uno encima del otro, siendo el mundo de arriba el rico y poderoso, y el de abajo el pobre y sumiso. La película narra la historia de Adam (Jim Sturgess) y Eden (Kirsten Dunst) quienes, a pesar de pertenecer a mundos distintos, lucharán contra las normas sociales y físicas para tener un futuro juntos.
Estamos delante de una cinta perfecta a nivel técnico. El planteamiento estético es de lo más original que se ha visto últimamente —poner literalmente los dos mundos uno encima del otro durante toda la película, con los distintos campos de atracción entre ambos, es único—. La fotografía, por otra parte, magnífico trabajo del francés Pierre Gill, también ayuda en la contraposición entre ambos mundos, jugando con los colores de paisajes, edificios y vestidos —claros para los que están arriba y oscuros para los que están abajo— y, sobre todo, con la iluminación, todo un montaje de luces y sombras que contribuye a la magia visual creada por Gill y Solanas. A ello sólo falta sumar la química entre los protagonistas y la naturalidad se sus interpretaciones: inocentes, tristes, nostálgicas, esperanzadoras y fuertes.
Hasta aquí todo muy bien. El problema, sin embargo, llega con la historia. El punto de partida, en realidad, es muy bueno: una historia de amor encerrada en medio de un universo distópico con claras conexiones con nuestro propio mundo que, por mucho que tenga una sola gravedad, continúa presentando las mismas diferencias e injusticias entre una parte del planeta, pobre, y otra, rica, que se aprovecha de la primera. Sí, la idea ya la tenemos vista, tanto si lo llamamos mundo de arriba y mundo de abajo, Marte y Tierra, colonia y metrópolis o Australia y la Federación Unida de Gran Bretaña; pero, de todos modos, el argumento no deja de ser bueno y tener mucho potencial. Lástima que no esté aprovechado.
El film de Solanas se pierde un poco en su propia grandilocuencia y no puede evitar que, después de tanta presentación, la historia falle en su desarrollo y termine demasiado precipitadamente, algo que ni la técnica ni la agradecida aparición de Timothy Spall pueden suplir. Seguramente esta historia habría quedado mucho más completa si no se hubiera hecho como largo —quizás Solanas esté aún demasiado anclado en el modo de hacer cortos—. En conjunto, Un amor entre dos mundos se queda lamentablemente con el 4 matemático, sin poder llegar a ese 5 tan ansiado por las artes. Eso sí, no deja de ser un trabajo muy convincente, prometedor y, ante todo, mágico a nivel visual.
Lo mejor: la puesta en escena y la magnífica dirección de fotografía.
Lo peor: que la historia, en realidad, termina antes de empezar… y la traducción del título, por supuesto.
Nota: 7
El contenido original de esta entrada pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.