Puestos a sacar una conclusión positiva del partido de Niza, que ya es difícil, se puede concluir que Luis Enrique ha cumplido con lo que se esperaba de él y ha exprimido a los jugadores del Barça en la semana de stage en Inglaterra. Trabajar, esa mala costumbre, era un verbo olvidado para los músculos de los futbolistas blaugrana, que en el Allianz Riviera no pasaron del empate ante un más que mediocre Olympique de Niza porque las piernas no les dieron más de sí. Los jugadores barcelonistas arrastraron plomo en sus cuádriceps. Dos años de vacaciones acaban por pasar factura. Tanto es así, que cuando el partido bajó el ritmo y se jugó caminando, Xavi se salió. Ir sobrado de clase es lo que tiene.
La realidad de un equipo que ha vivido del crédito se impuso cruelmente a la ilusión de unos aficionados ansiosos por ver volar a sus nuevos gladiadores. El proyecto de Luis Enrique tiene buena pinta, pero ayer quedó claro que los jugadores aún no tienen piernas para soportarlo. Algunos, además, no tienen espíritu para sufrir. El papelón de algunos jóvenes valores llamados a comerse la hierba desde el minuto uno fue preocupante. Si se supone que el técnico asturiano iba a hacer un cásting esta pretemporada en el centro del campo, la actuación ayer de Rafinha y, especialmente de Sergi Roberto, le despeja muchas dudas.
De los jóvenes se espera bastante más. Al menos en lo que se refiere al hambre. Que los mundialistas estén lentos se entiende, que los jóvenes se agoten y se vayan al suelo en la primera carga, es insólito. Por suerte, hoy la plantilla tendrá día de descanso. Lo necesita como el aire que respira. Salió Luis Enrique con el dibujo clásico dejando en brindis al sol cualquier atisbo de cambio de sistema.
Si quedó claro ayer en Niza que este Barça apenas puede soportar un dibujo clásico ante un rival de medio pelo, tampoco le vamos a exigir de buenas a primeras que prueben una defensa de tres con la que la mitad del equipo pediría el cambio a los 20 minutos de partido.
La lentitud de los titulares que eligió Luis Enrique propició una primera parte espantosa por parte del Barça. El Niza, que venía de no ganar ni un partido de pretemporada, se avanzó en el marcador gracias a un penalti absurdo de Piqué. Ter Stegen, casi lo atrapa. En la segunda parte, empató el Barça con otro penalti absurdo transformado por Xavi, el mejor del inicio del nuevo ciclo.