Tenía yo una espina clavada con el falaropo picogrueso Phalaropus fulicarius, y es que a pesar de haber visto una buena cantidad de aves de esta especie en paso migratorio, siempre a cierta distancia, no conseguía localizar ningún ejemplar sedimentado. Esta espina me la pude quitar el día 11 de enero al registrar un individuo alimentándose muy cerca de la orilla en la ensenada de Llodero.
El falaropo picogrueso es un ave peculiar en varios sentidos. Para empezar por su comportamiento reproductor, ya que presenta un dimorfismo sexual diferente al de otras especies, siendo la hembra más llamativa que el macho. Además, es este último el que se encarga del cuidado de los huevos y la alimentación de los polluelos.
Otra peculiaridad de esta especie reside en sus hábitats de invierno. A pesar de pertenecer al grupo de los charadrifomes limícolas, como los chorlitejos o los correlimos, no inverna en zonas costeras o estuarios, sino en mar abierto, es pelágico. Allí se alimenta de una forma curiosa, dando vueltas sobre sí mismo y picoteando de la superficie los organismos planctónicos que eleva gracias a los remolinos que provocan estos giros.
El falaropo picogrueso se reproduce en latitudes circumpolares, y en migración cruza una buena porción de océano hasta sus zonas de invernada, principalmente en latitudes templadas y ecuatoriales. En Asturias se ve principalmente con ocasión de temporales del oeste, en que los bandos en migración se ciñen más a la costa, e incluso algunos pueden acercarse al litoral, en especial a puestos refugiados, a alimentarse. Debe invernar en cantidad escasa, pero es probable que conforme avanza el invierno los pocos ejemplares que se quedan en el Cantábrico vayan desplazándose más al sur.
Después de tirar unas cuantas fotografías a mi falaropo picogrueso, le doy las gracias por haberme pemitido por fin tachar esta especie de mi lista de pendientes, y me alejo dejándole con la bonita luz del crepúsculo. Ojalá tenga un buen invierno y pueda emprender su ruta al norte llegada la primavera.