El gato (Felis silvestris catus) convive estrechamente con el hombre desde hace unos 9.500 años, debido a que cerca de ellos podía encontrar siempre roedores de los que alimentarse. Pero este animal no sólo representa en la actualidad una mascota ampliamente presente en muchos hogares por todo el mundo, sino que también puede conllevar riesgos, si no se toman las suficientes precauciones.
Toxoplasma gondii es un parásito que se incluye dentro de los protozoos, causante de la enfermedad conocida como toxoplasmosis. Este microorganismo es un parásito intracelular obligado, por lo tanto, necesita introducirse en células de animales de “sangre caliente” para sobrevivir. El descubrimiento de esta enfermedad se sitúa en el año 1908, cuando Nicoelle y Monceaux se encontraban examinando los órganos internos de un roedor africano denominado Ctenodactylus gondii y encontraron un parásito dentro de las células de su hígado y bazo. Aunque en un principio creyeron que era una leishmaniosis, pronto se dieron cuenta de las diferencias que este nuevo parásito presentaba, nombrándolo, así, como Toxiplasma, del griego ‘toxon’ (arco) por su forma arqueada, y gondii por el roedor donde fue encontrado.
Toxoplasma gondii (Créditos wikimedia).
Su ciclo de vida incluye dos fases diferenciadas: la sexual y la asexual. La fase sexual sólo puede llevarse a cabo en el interior de animales de la familia Felidae o felinos (como los gatos). La fase asexual puede ocurrir en cualquier animal ave o mamífero. Cuando estos animales (incluido el ser humano) ingieren accidentalmente los quistes de parásito, por ejemplo, por contaminación de los alimentos con heces de los gatos, los parásitos colonizan los músculos y el cerebro, formando aglomeraciones donde se van multiplicando. El sistema inmune del hospedador no es capaz de percibir la presencia del parásito, porque se encuentra dentro de sus células, hasta que estas tienen tantos parásitos en su interior que revientan, liberando parásitos que atacarán nuevas células.
Cuando un felino se come a un animal que presenta el parásito en sus tejidos, por ejemplo, un gato que se come a un ratón, el parásito coloniza sus células epiteliales del intestino, realizando su reproducción sexual. En ese momento es cuando formará quistes que el gato liberará en sus heces, comenzando el ciclo de nuevo.
La toxoplasmosis en humanos es una enfermedad presente por todo el mundo, calculándose que hasta el 50% de las personas adultas han tenido en su interior al parásito sin ser conscientes de ello, pues la enfermedad apenas muestra síntomas, normalmente (en el 80% de los casos es asintomática). Las fuentes de infección incluyen el consumo de aguas y alimentos vegetales contaminados, la falta de higiene en la manipulación de alimentos, el consumo de carne “cruda” (como el embutido, no deja de ser tejido muscular que puede tener el parásito dentro de sus células), y el contacto con gatos. En el caso de gatos domésticos que jamás han salido al exterior y son alimentados con piensos comerciales, la posibilidad de que sean afectados por el parásito y produzcan heces infectivas es poco probable. Pero si el gato sale a la calle y caza ratones o pájaros, la posibilidad de transmisión del parásito es muy grande.
La transmisión del parásito entre humanos puede ocurrir desde la madre al feto, si ésta está infectada, ya que toxoplasma atraviesa la placenta. En menor medida, puede ser transmitido a través de transfusiones de sangre o trasplantes de órganos. Al poder quedar presente el parásito en nuestro cuerpo de forma crónica, los síntomas pueden despertar a lo largo de nuestra vida en varias ocasiones.
En los últimos años se ha planteando la idea de que este tipo de parasitosis -que puede llegar a ser de por vida y asintomática-, podría jugar un papel importante en la personalidad (se ha evidenciado un aumento de los casos de esquizofrenia severa en personas portadoras de la enfermedad), el comportamiento (la presencia del parásito podría reducir la capacidad de reacción de los sujetos infectados, aumentando el número de accidentes de tráfico sufridos por este colectivo) y otros rasgos fenotípicos humanos (inmunosupreción, alteraciones de los perfiles endócrinos de las personas portadoras, etc).
Un mejor conocimiento de los mecanismos de infección e influencia sobre la personalidad y comportamiento humanos, podrán permitir estrategias de prevención y terapias más eficaces.
Bibliografía consultada:
-Contopoulos-Ioannidis, D., & Montoya, J. G. (2018). Toxoplasma gondii (toxoplasmosis). In Principles and Practice of Pediatric Infectious Diseases (Fifth Edition) (pp. 1352-1364).
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-Flegr, J. (2013). Influence of latent Toxoplasma infection on human personality, physiology and morphology: pros and cons of the Toxoplasma–human model in studying the manipulation hypothesis. Journal of experimental Biology, 216(1), 127-133.
-Pantoja Ramos, A., & Pérez García, L. (2001). Reseña histórica acerca de las investigaciones relacionadas con la toxoplasmosis. Revista Cubana de Medicina Tropical, 53(2), 111-117.
-Tenter, A. M., Heckeroth, A. R., & Weiss, L. M. (2000). Toxoplasma gondii: from animals to humans. International journal for parasitology, 30(12), 1217-1258.
“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”
por Jorge Poveda AriasBiólogo apasionado de la ciencia y su divulgación.
Jorge Poveda Arias