En la penumbra de un salón con el aire acondicionado a unos grados más bajo de lo permitido. Afuera la gente se derrite, mientras dentro un musulmán ingresa en la cárcel, donde toma conciencia de que la única vía para salir hacia delante es la violencia. Se trata de Un prophète, la película de Jacques Audiard nominada al Óscar como mejor película extranjera y con 25 premios en su haber por todo el mundo. Durante 150 minutos, la historia va llenándose de altibajos, empezando de una manera bastante dura y luego dando paso a sueños y reflexiones que hacen que la espalda se relaje de nuevo en el sillón. Un buen guión, una estética muy cuidada y Tahar Rahim como la gran apuesta para el actor principal de este drama personal en el que vemos cómo se manejan los hilos dentro y fuera de la prisión. (¿Dónde hay mayor libertad?)
A los de culo inquieto, mejor ir al cine a ver la última de Shrek (que por cierto, yo también quiero ver). A los que les gustan las películas más profundas, es una gran elección. Y no os asuste que sea francesa, que ya me conozco el prejuicio...