Aunque la pronunciación del español escrito es mucho más simple que la de otros idiomas, como por ejemplo el inglés, siempre ha habido polémicas acerca de que la grafía del español sea lo más próxima posible a los sonidos pronunciados y, al respecto, podemos recordar la que provocó el discurso inaugural de García Márquez en el Primer Congreso Internacional de la lengua española en Zacatecas en 1997.
Pero este tema viene de antiguo, y voy a referirme a una polémica relacionada con una autoría y las ideas sobre temas ortográficos en los inicios del siglo XVIII entre las ortografías de Mayans y Bordazar.
Para ello me referiré al artículo publicado por María José Martínez Alcalde: Las ortografías de Mayans y Bordazar: El fondo de una polémica, Revista de Filología española, 70:1/2 (1990) p. 143
Este artículo, de 17 páginas, versa sobre dos temas relacionados entre sí. El primero, la polémica acerca de la autoría real de la "Ortografía Española" de Antonio Bordazar de Artazú, cuya primera edición se publicó en 1728, ya que hay opiniones que la han adjudicado a Gregorio Mayans. El segundo tema del artículo, que constituye el núcleo del mismo, se refiere a las coincidencias y discrepancias entre la obra citada anteriormente y los escritos de Mayans sobre las normas ortográficas; en esta parte se efectúa un análisis que permite entrar en el tema de fondo de la polémica y aportar unas conclusiones sobre la citada autoría o influencias.
Como indica la autora, a lo largo del siglo XX esta polémica ha sido tratada por distintos estudiosos, tales como J.A. Tamayo, A. Millares, A. Mestre y V. Peset. En resumen, Mayans, que era amigo del autor, supervisó la primera edición y la recomendó indicando que, salvo ligeras diferencias, coincidía con sus ideas; no obstante, otro ortógrafo, Salvador Mañer, efectuó comentarios negativos sobre la obra. En 1730 Bordazar publicó una segunda edición con una Apología en la que se defendía de los ataques de Mañer y que, además, incluía una carta de Feijoo en la que éste se manifestaba de acuerdo con lo expuesto por él. Poco después Mañer hizo pública una carta privada de Feijoo en la que éste decía que Mayans le había afirmado que él era el autor real de la Ortografía. Mayans, entonces, manifestó la falsedad de lo dicho por Feijoo y exigió su retractación; así lo hizo Feijoo que criticó, además, la indiscreción de Mañer. Tras esto, Mayans dio por cerrada la polémica, aunque mantuvo en privado su reticencia acerca de Feijoo y siguió reiterando la autoría de Bordazar y las discrepancias respecto a su propio sistema ortográfico.
La información sobre esta polémica, la publicación de los escritos sobre los que se plasmó y el enfrentamiento personal entre Feijoo y Mayans ha centrado la atención de los autores que se habían dedicado a este tema hasta ahora. En cambio, M.J. Martínez Alcalde, a partir de esta introducción, plantea lo que considera el fondo de la cuestión, el cotejo de las ideas ortográficas de Bordazar y Mayans, para así intentar zanjar la autoría real de la obra.
Cotejo de las ideas ortográficas de Bordazar y Mayans.
La principal dificultad para efectuar este análisis es que las ideas de Mayans nunca fueron publicadas en un tratado, sino que están en cuatro textos inéditos manuscritos sin fechar, que se conservan en la biblioteca del Colegio de Corpus Christi de Valencia, de los que sólo uno de ellos parece ser una obra completa. La autora realiza un análisis comparado de los textos ya citados de Mayans y Bordazar y de otra serie de documentación de la época, para poder ordenar cronológicamente lo expuesto por esos dos autores y establecer coincidencias o diferenciaciones en sus ideas ortográficas, que le permitan exponer unas conclusiones finales. Estas coincidencias o diferenciaciones son:
- Los dos defienden una ortografía fonológica o fonémica, en la que cada sonido pronunciado debe corresponder a una única grafía; rechazan, por tanto, los criterios etimologistas. Ambos manifiestan la necesidad de poner orden, defendiendo una ortografía racional, pero evitan simplificaciones absolutas y propuestas muy novedosas que pudieran provocar rechazo.
- Respecto a las descripciones articulatorias coinciden prácticamente al pie de la letra, asunto que demuestra una estrecha colaboración entre ellos.
- En cuanto al abecedario Bordazar propone 28 grafías, aunque indica que hay 30 elementos, y Mayans propone entre 26 y 28 letras, con algunas vacilaciones respecto a la K y la H. Coinciden en lo básico respecto a distribución de grafías, desechando ambos la Ç, y la X con valor de jota, y fijando J y QU como grafías supletorias de G y C.
- A pesar de que ambos indican C y QU como suplidora delante de E e I; Mayans propone que QU se utilice para el sonido "cu" en algunos vocablos, no por criterios etimológicos, sino porque él los considera de pronunciación más fuerte. Por ejemplo: quando, qual o qüestión.
- Respecto a la H, Mayans señala tres valores: Dar mayor fuerza a las vocales que le siguen, representar junto a la C el sonido "che", e indicar la aspiración en algunos casos. Bordazar la acepta para el sonido "che", pero expone sus dudas en cuanto a reforzar vocales.
- En cuanto a la grafía de la doble SS, ambos la admiten en ciertos casos. Mayans defiende la duplicación por una diferente pronunciación, que no aclara; mientras Bordazar la acepta únicamente por grafías etimológicas que se han generalizado. Aquí la autora se contradice con lo que ha afirmado en el punto A), respecto al rechazo de Bordazar de los criterios etimológicos.
- El último caso de discrepancia se refiere al uso de B y V. Ambos señalan la B como bilabial y la V como labiodental, y apelan como modelo a la pronunciación de los valencianos. No obstante, discrepan en la pronunciación de algunos vocablos, lo que prueba de que dicha pronunciación no era unívoca en su época.
Tras la exposición de la polémica y de las coincidencias y diferencias significativas entre las ideas ortográficas de ambos, Martínez Alcalde concluye, en su bien estructurado artículo, que Bordazar fue el autor de la ortografía que apareció con su nombre, pero que Mayans dio pie a la elaboración de la obra y la revisó, al menos en su estado inicial. En todo caso, Bordazar discrepa de Mayans razonadamente en aquellos puntos en que éste justifica usos de grafías por criterios de autoridad, mientras Bordazar prefiere reflejar la pronunciación de su época.
¿Y ahora qué?Casi dos siglos después, la situación parece estabilizada y las Academias de la Lengua controlan los cambios ortográficos. Por otra parte, el español mantiene una posición mucho más cercana que otras lenguas, como el francés o el inglés, respecto a grafías y sonidos. Pero ello no obsta a que algunos se planteen si no sería el momento de ser más atrevidos y proponer un cambio revolucionario que hiciese corresponder unívocamente a sonidos y grafías.
Es cierto que existen diferencias de pronunciación entre distintos ámbitos geográficos del español, pero eso no sería una barrera insalvable para avances en la normalización. Por otra parte, a la riqueza que significa la libertad del idioma en reinventarse y diferenciarse hay que contraponer la necesidad de que unos y otros nos entendamos en la lengua común.
Nunca es mala la polémica, si es razonada, y de los planteamientos pueden surgir consensos. Dejo aquí el testigo para ver si alguien toma el relevo.