Revista Cine

Una crítica políticamente incorrecta – Ignacio Blanch

Publicado el 18 junio 2013 por Lapatataletrada

Pues sí: el mismo cateto estirado de la Red Social (para los que no se hagan una idea, la historia de Facebook) es el protagonista, también cateto y estirado, de Zombieland. Para empezar, no se a quien se le habrá ocurrido poner a Jesse Eisenberg (Columbus) a protagonizar una aventura tan excitante como esta (ahora estoy poniendo voz de Hermione Granger), pero el que lo haya hecho ha tenido unos huevos de oro. A nadie le pegaría el soso de “Mark Zackerberg” en una encarnizada lucha de la mano de Talahasse caza zombies en una ruta, digamos, complicada, por todo el medio oeste americano… Pero en su favor debo decir (en el de quien le escogió, no en el de Eisemberg,) que Jesse ha encajado perfectamente en el papel. Algo tiene que significar que en todas las películas haga de adolescente (porque parece que no crece) marginado social, y es que encarna el papel a la perfección.

Pero por supuesto, el momento decisivo de Zombieland llega con Wichita (Emma Stone). Y digo el decisivo por increíble que es… Pero vamos a ver, ¿Cómo se va a fijar Emma Stone en Columbus (el marginado social del típico instituto) cuando en todas las pelis americanas nos enseñan lo mucho que pasan de estos tios? Luego pasa lo que pasa, y los margis le tiran fichas a las buenorras. Eso es culpa del inexperto director ( y cuando digo inexperto, me refiero a que no tiene experiencia, porque ha demostrado que vale y mucho para el trabajo de dirección).

Aunque debo decir que el tema de los zombies no me apasiona (nótese en la cortesía que no me gusta nada) es verdad que Zombieland me ha gustado bastante. El punto tierno de Talahasse buscando a su hijo americano, y la aparición de Bill Murray “as himself” le dan un toque aireado que evita que ralle como la mayoría de películas sado-cómicas de los últimos años.

Mi puntuación: 

potato
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 Mi conclusión, por si no se había notado, Jesse Eisemberg no me gusta un pelo.


Una crítica políticamente incorrecta – Ignacio Blanch

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