
Hacía bastante tiempo que no veía tan de cerca a esta preciosidad de gaviota, y la verdad es que nunca la había registrado posada en tierra, siempre en vuelo o en el agua. Es una especie muy puntual en sus movimientos migratorios, siempre pasa frente a nuestras costas en la segunda quincena de noviembre (la mayoría) o en la primera de diciembre.

A partir de esa fecha un número indeterminado de gaviotas enanas se quedan a pasar el invierno en mar abierto. Porque esta pequeña gaviota, que cría en marjales del norte de Europa y Siberia, se vuelve pelágica, alimentándose de plancton marino y pequeños crustáceos que captura en alta mar.


Por lo general sólo se acerca a la costa con ocasión de fuertes temporales, pudiendo aparecer incluso en embalses. El ejemplar que vi hoy tras unos pocos minutos descansando en la orilla partió de nuevo a continuar su viaje.
