La semana pasada, como todas las primeras semanas de junio se amontonaron los cumpleaños de muchos familiares y seres queridos, este fin de semana entre otras cosas inventé llevar una torta decorada para una de esas celebraciones. Yo quería hacer algo sencillo, elegante y que tuviera una hermosa flor, una torta con el borde bien definido en ángulo recto y con una cinta alrededor de la base. Algo parecido a estas que vi en el blog de My Sweet and Soucy y que por cierto me encanta:


Sin embargo, después de buscar infinidad de recetas, bajar vídeos en YouTube y consultar en Internet preparé un bizcocho de limón (que tuve que hacer en dos tandas y que terminaron quemandose por fuera y medio crudos por dentro) rellenos con una ganache de chocolate blanco (que debí haber aromatizado con limón o parchita porque luego recordé que no me gusta mucho el chocolate blanco, que de paso no es chocolate nada y deja esa sensación grasosa en la boca) y una cubierta de azúcar que de pronto se cuarteó y se secó por fuera.
Pero lo más cumbre fue elaborar la flor de adorno: estuve tres días intentando modelarla con diferentes tipos de cubierta y pastas de goma pero las desgraciadas amanecían o muy blandas o muy duras o simplemente con los pétalos en el piso. Mi flor debía parecerse a esto, tampoco era una flor de otro mundo. Pero como los ingenieros estamos para ingeniarnosla al final del último día mi torta terminó siendo esto:

Nada mal ¿cierto? lo bueno de que Uds. estén allá (en la web) y no a mi lado, es que si estuvieran aquí podrían apreciar que la bendita flor no es de azúcar comestible, es de tela y tuve que salir a comprarla en El Tijerazo luego de que se me pasara la rabieta al ver que las flores que había hecho no servían para nada. ¿Y ven la cinta de colores? es de papel y tuve que ponérsela luego de que algunas partes comenzaran a cuartearse y eso sin mencionar que el ganache de chocolate blanco empezó por otro lado a asomar entre la cubierta como si quisiera salir corriendo.
Afortunadamente el restaurante donde hicimos la celebración se encontraba medio en penumbras y para el momento de servir la torta ya todos estaban más prendidos que arbolito de navidad. Así que comimos torta felices, eso sí, luego de sacar rápidamente la flor de tela que comenzó a incendiarse cuando prendieron la vela para cantar cumpleaños.
Nota mental: mi próximo curso será de repostería, de lo contrario creo que me va a dar algo.
