En Capitán América, el inventor del suero del supersoldado es un científico alemán que escapó a Estados Unidos y le dice a Steve Rogers que no olvide que el primer país que cayó bajo la bota nazi fue Alemania. Es cierto. Se habla mucho de las elecciones que ganaron los nazis (las últimas que hubo bajo el sistema de la República de Weimar). Pocos añaden a continuación que los nazis estaban lejos de la mayoría absoluta (tenían 288 diputados de un total de 647 que había en el Reichstag). Será en noviembre del 33 cuando los nazis ya organizan ellos las elecciones y ganan con un 92% de los votos (los votos en contra del NSDAP serían contados como "no válidos").
Uno de los grandes misterios de la historia para el que existen numerosas hipótesis es cómo fue posible el ascenso del nazismo precisamente en Alemania. A nadie le sorprende lo de Salazar, Franco o Dolfuss, pero lo de Hitler sí es alucinante. ¿Cómo es posible que el país más cosmopolita, apasionado de la modernidad, con grandes centros industriales en los que los obreros tenían menos problemas que en otras partes, con numerosas universidades que atraían cerebros de toda Europa y tras la lección de lo malo del militarismo tras la rendición de la Gran Guerra, dejara a una banda de analfabetos interesados hacerse con el poder? ¿Cómo es posible que precisamente las capas más informadas, moderadas y normales de la sociedad alemana ingresaran en masa en el partido nazi? Recordemos que el partido nazi era un partido formado principalmente por clases menestrales, pequeños comerciantes, administrativos, burócratas... ¿Cómo es posible que en ciudades como Berlín, Frankfurt, Munich, Konigsberg, Leipzig,
Bromas sobre nazis y autocensura. Un melón que no abriré aquí.
¿De qué forma opera la mente humana para que con formación, con criterio, uno aún así se vea volcado a seguir a un pusilánime como Hitler que sólo dice memeces? He aquí el misterio.Mientras Adolfo no llegó al poder, la gente lo veía como un iluminado cuyo movimiento político encajaba dentro de los choques habituales que vivió la República de Weimar. Eran muchos los grupos políticos exaltados que chocaban en las calles. Alemania era una sombra de lo que había sido debido a la hiperinflación y a las deudas de guerra. Gente normal se vio arrastrada a la miseria en relativamente poco tiempo. Se suele decir que el discurso nazi populista era exactamente lo que las clases perdedoras (las clases medias) querían oír. Y es que los nazis no sólo decían que había que robar a los ricos para dárselo a los pobres y que la democracia no servía para Alemania (en esto no se distinguían de otros grupos comunistas), sino que añadían el componente antisemita.
En el museo judío de Berlín (recomiendo encarecidamente su visita), te explican la historia de los judíos alemanes. El antisemitismo no es un invento de la modernidad. El antisemitismo que estaba de moda en toda Europa en la Belle Epoque, mostraba su peor cara en Alemania. La Primera Guerra Mundial supuso la reordenación de fronteras en Europa, el Imperio Alemán fue uno de los grandes perdedores, echar la culpa a los judíos era una solución no muy fácil al principio. Los judíos alemanes eran tan alemanes y tan patriotas como los demás, pero el antisemitismo en la época de desarrollo de la eugenesia, tuvo la idea de considerarlos una minoría racial diferente. Una vez que no reconocen a los judíos alemanes como alemanes, las leyes de Nuremberg son cuestión de tiempo.
En "Vencedores o vencidos", el alegato de la defensa incluye repartir las culpas del Holocausto a los aliados por contemporizar con Hitler y a los soviéticos por el pacto Molotov-Ribbentrop («cada uno de nosotros es culpable por no haber hecho nada»). La Segunda Guerra Mundial lleva incorporada la Shoa y no es posible separar una cosa de la otra. Sin el antisemitismo y la política racial, no hubiera sido posible la expansión hacia el este.
La Shoa, el Holocausto es "la verdad del siglo XX" dice Gabriel Albiac. Si la música barroca alemana nos pone los vellos de punta por representar una cúspide de la belleza que puede crear el ser humano, Auschwitz nos pone los vellos de punta por representar la cúspide del horror que puede crear el ser humano. La generación de nuestros abuelos necesitó inventar un lenguaje nuevo, nuevas palabras y expresiones para describir lo inconcebible. Este horror —y la palabra "horror" se queda muy lejos de lo que deseo expresar— cae sobre una losa no sólo sobre el pueblo alemán sino sobre toda la humanidad. Se diría que tras Auschwitz ya no queda nada. No hay redención posible. Nada cura tamaña herida.
Y en Alemania esto lo saben. Es Alemania la que pone las vías de tren, el acero Krupp de los hornos y las máquinas de escribir de las SS. Dedicar la mayor potencia industrial europea de la época al exterminio metódico de personas que no son consideradas legalmente personas. Elaboran minuciosas leyes para controlar la intimidad y las relaciones de la gente. Se empieza por obligar a bajarse de la acera a algunos y se termina como polvo de ceniza.
Existe una culpa inmediata y directa para quienes sabían lo que pasaba, colaboraban con lo que pasaba y aceptaban lo que pasaba. La combinación de estos tres verbos nos da ocho tipos de actitudes ante el Holocausto. Ocho representaciones de los alemanes. Una de ellas es la que a mi me deja el culo torcido: aquellos que no participan en el extermino, que tampoco lo aceptan pero que sí sabían qué estaba pasando.
De qué va
Os dije que Unsere Mütter, Unsere Väter es la historia de cinco amigos. Pero hay un personaje que aparece tres minutos que para mi es el verdadero protagonista de esta historia: una señora alemana no judía que pasa a vivir con sus hijas en el que había sido el piso de una familia de alemanes judíos. Cada vez que alguien llama a la puerta suelta ese pequeño nazismo cotidiano, esa pequeña expresión que pasa desapercibida, esa valoración rápida de la situación general. La señora no es una criminal, simplemente tiene una casa mejor donde criar a sus hijas. Eso era Alemania.
Y en esta Alemania comienza la historia de cinco amigos. Es el verano de 1941. Nada frena a la Wehrmacht que se prepara para tomar Moscú el día de Navidad. Los amigos se reúnen en su bar favorito para despedirse con un botellón. Dos de ellos, hermanos, irán al frente del este. Charlotte acaba de aprobar su examen como enfermera repitiendo de carrerilla las respuestas nazis del examen. Ella quiere ser enfermera y tiene que hacer un poco el paripé. Viktor, hijo de un famoso sastre de Berlín, es judío y trata de pasar desapercibido a la Gestapo que entra en el bar "porque los vecinos han denunciado que se escucha música swing". Greta, novia de Viktor, quiere emular a la Dietrich y convertirse en cantante. Juntos se despiden y prometen reunirse en el mismo sitio en Navidad.
Charlotte es destinada a un hospital del frente oriental. Hay que decir que para nosotros que vemos muchas películas americanas, el tema del frente ruso nos queda un tanto lejano y nebuloso, pero hay que saber que para los alemanes es el frente que más explica la guerra. El avance rápido de la Wehrmacht sin apenas oposición soviética (política de "tierra quemada") parece vislumbrar que efectivamente la guerra acabará en navidades. Wilhelm y Friedhelm forman parte de la misma compañía. Los alemanes son recibidos en Ucrania (y en las repúblicas bálticas) como libertadores.
Wilhelm es el hijo favorito de su padre. Es un oficial competente y un ejemplo para sus soldados. Por la contra Friedhelm es visto como un cobarde por sus compañeros: nunca se presenta voluntario para los asaltos. Según avanza la guerra se pone de manifiesto la actitud derrotista de Friedhelm, lo que lleva a Wilhelm a replantearse protegerle de sus compañeros.
Mientras tanto, en Berlín, se van aprobando pequeñas nuevas leyes especiales para los judíos. Viktor no entiende la actitud de su padre («cuando venzamos a los bolcheviques las cosas volverán a la normalidad. El gobierno se dará cuenta de que somos buenos alemanes») y busca un salvoconducto en la embajada americana. Ya no se conceden más pases y le pide ayuda a Greta. Greta conoce a un nazi que le ofrece cantar en la radio a cambio de sexo. Greta pasa a tener una relación con el nazi y finalmente le consigue los papeles a su novio, Viktor. Pero el nazi a parte de ser nazi es un tipo celoso y manda arrestar a Viktor.
En el hospital del frente Charlotte conoce a una ucraniana y hace buenas migas con ella. Pero descubre que es judía y al día siguiente desaparece. Friedhelm tras una ofensiva queda tras las líneas enemigas, de las que escapa disfrazándose de soldado rojo. Cuando llega a sus líneas, un soldado lo ve de esa guisa y le mete un tiro. Afortunadamente no lo mata y es enviado al hospital de Charlotte, donde se ponen al día.
Mientras tanto Viktor las está pasando canutas. Lo vemos en un vagón de ganado yendo hacia un campo. En el vagón una chica polaca comienza a romper el suelo para escaparse. Se escapan juntos y contactan con los partisanos polacos. Con reticencias estos aceptan al alemán. «Al menos no es judío». Viktor se calla como una perra. Autoconservación.
Es este antisemitismo de los partisanos polacos lo que denuncian en Polonia. Pero el caso es que se ajusta muy bien a la realidad. Por supuesto que no todos los partisanos eran antisemitas. Aunque haberlos haylos. En el gueto de Varsovia, bastantes polacos "patrullan" el muro para cazar a los judíos que intentan escapar. La resistencia polaca, tampoco lo olvidemos, se niega a proporcionar armas a los judíos del gueto. Al final de La lista de Schindler, Ghandi le pregunta al ruso hacia dónde pueden ir los judíos y este les contesta que al este no vayan que allí no les quieren... y que tampoco les recomienda ir hacia el oeste.
Friedhelm vuelve al frente y se reincorpora a la unidad de su hermano. El otoño es frío y los soldados alemanes las pasan canutas. Llegan a las puertas de Moscú y son repelidos por las divisiones siberianas de Zhukov, que llegan justo a tiempo para salvarle el culo al tío Joe. La guerra no acabará en Navidad.
Mientras tanto Greta está forjando su carrera musical y va al este a cantarle a los soldados como Carmen Sevilla en la guerra de Ifni o Marta Sánchez en la primera guerra del Golfo. Los cuatro amigos se reúnen, pero han cambiado. Greta se va de diva, Charlotte ha visto morir a demasiados soldados y los hermanos soldados son testigos de los crímenes de las SS contra la población civil.
En el 43, tras la batalla de Kursk, Wilhelm cae herido y se arrastra hasta una pequeña cabaña en un lago. El otrora voluntarioso oficial está hasta el moño de una guerra que sabe que no se puede ganar. Su hermano Friedhelm, derrotista y de vuelta de todo, visita a sus padres y no soporta que su padre se sienta defraudado "porque no regresó el hermano correcto". Regresa al frente de una guerra que también sabe perdida.
Invierno del 44. Unos boches encuentran a Wilhelm, lo degradan y le meten en un "batallón disciplinario" donde las pasa canutas. Por su parte, Greta llama a casa de su mecenas nazi para decirle que está embarazada y es arrestada. En marzo el frente se desmorona. El ejército de borrachos violadores rusos (bueno, probablemente kazajos. Los rusos ponían en primera línea a carne de cañón de ojos rasgados) entra en el hospital de Charlotte y le dan para el pelo. Finalmente su supuesta amiga ucraniana aparece como oficial soviética y le salva la vida («no lo hago por ti, sino porque esto en algún momento tiene que parar»).
La escena de la violación (no se ve nada, esto lo pueden ver niños sin problema) es la que critican los rusos. Lo llaman "falsificación de la historia" y tienen razón. En la miniserie sólo hay una violación y en relación al metraje debería de haber cuarenta. El Ejército Rojo en su avance hacia occidente era una máquina de violar a todo lo que se le pusiera por delante. Al mismo tiempo hay que reconocer que era el único bando con mujeres soldado en primera línea, quienes de vez en cuando sugerían que violar diez veces a una anciana no estaba del todo bien.
Greta se niega a proporcionarle una coartada antinazi a su amante nazi y este ordena que la fusilen. Wilhelm mata a su sádico oficial y se va caminando a casa. Los partisanos expulsan a Viktor al descubrir que es judío y se va caminando a casa. Friedhelm queda solo con un par de soldados y unos Volksstrum fanáticos que el día de la capitulación quieren seguir luchando. Son críos y sabe que morirán en vano cuando se topan con una patrulla soviética. En un último acto de valor y sacrificio, Friedhelm avanza con su mauser Gewehr 43 (nota friki), los rojos se lo cepillan y los críos del Volksstrum se rinden. Su sacrificio en última instancia salva un puñado de vidas.
Hay que reconocer que los rusos haciendo desfiles no tienen rival. (En la foto, 24 de junio del 45, desfile de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú).
Verano del 45. Viktor, Charlotte y Wilhelm se reúnen en las ruinas del bar y brindan por sus amigos fallecidos. Están hasta el moño de la guerra y de las muertes en vano y no parecen con ganas de librar ninguna otra guerra al menos en los próximos setenta años.El alemán como víctima
Alemania, año cero (Rossellini, 1948).
Cada personaje desde su posición va tomando decisiones inmediatas. Estas decisiones van teniendo consecuencias. Desde luego que había fanáticos en las filas alemanas, pero también gente que sabía que lo que hacía estaba mal. ¿Qué podían hacer? Es fácil juzgar desde la lejanía del tiempo y el espacio. Sin embargo, muchas de las decisiones responden a la realidad del momento.El narrador, Wilhelm, comenta que al principio lucha por su país, después por su camarada de trinchera y finalmente por la puritita supervivencia. Luego al final ya ni le quedan ganas de vivir y se deja llevar.
Unsere Mütter, Unsere Väter es una historia que viene a destacar algo en lo que yo suelo insistir cuando escribo de historia: es un error atribuir características del bando a todos los que lo forman. Reconozco que es más fácil hablar de masas humanas uniformes, pero si queremos una mirada más próxima y real, habrá que entrar en las microhistorias particulares. A lo mejor un soldado no lucha por fanatismo político sino porque lo ha dejado su novia y ya no tiene ganas de vivir. Puede que un judío acepte las leyes de Nuremberg porque simplemente no es anarquista y los cambios legales paulatinos le impiden ver lo que nosotros al final vemos como un proceso de exterminio. Es decir, que es muy complicado hacer valoraciones rápidas y superficiales de cosas tan difíciles como las acciones humanas.
Tras la guerra, Viktor se encuentra al nazi amante de su novia de funcionario de la nueva administración aliada. Trata de explicar al oficial americano que está presente que ese hombre es un criminal. Pero el americano eso ya lo sabe. Viktor no puede hacer nada y se te quedan unas ganas locas de que aparezca alguien del Haganá y reclute a Viktor, pero eso no pasa.
Valoración técnica
La miniserie no repara en gastos. Aparte del interés por ver cómo cuentan estas cosas los alemanes, hay que reconocer una factura excelente que suscita mayor interés. Ambientación y ritmo no defraudan en absoluto. Sí es cierto que en cuanto al argumento hay giros que son muy sospechosos (encuentros fortuitos de los amigos en el frente). Bien se pueden pasar por alto porque al fin y al cabo tiene que haber un motor argumental. En cuanto a las escenas de acción, sin llegar al nivelón de Hermanos de Sangre, son mucho más que meritorias.
Hay un elefante en la sala que es que el Holocausto no aparece por ningún lado (excepto la mención de que los trenes de judíos van llenos y regresan vacíos), cosa que coincide con la versión alemana de que nadie se enteraba de lo que pasaba. Como la historia se centra en la vida de los personajes, hasta cierto punto puede estar justificado, pero que los boches no vayan por ahí demasiado. Que no insistan con que el extermino de los judíos de Europa (junto al de los gitanos y a la persecución de disidentes políticos y homosexuales) no va con ellos, que era cosa de cuatro fanáticos. Por cada fanático con poder hay cien indiferentes no fanáticos que le otorgan ese poder.