
Selva negra es un conjunto de microrrelatos en forma de pequeños espejos negros que nos muestran, por un lado, la capacidad narrativa de la autora puesta al servicio de un nuevo lenguaje muy cercano a la concepción narrativa norteamericana, en el que lo espontáneo e instantáneo nos lleva a ese borde del abismo inesperado ante el que no sabemos qué hacer, pues todo es nuevo y distinto, tanto en la forma como en el fondo; y por otro, es una especie de alegoría que nos advierte de la soledad con la que conducimos nuestras vidas, enrocadas en lo unipersonal o single, cuando en verdad, esa será la verdadera prueba a superar en nuestro propio final. Nada es perenne en el tiempo, si acaso, el recuerdo que los demás tengan de uno mismo y, que a su vez, también será víctima de su propio paso del tiempo.
En una sociedad donde el verdadero rey del tiempo es el instante, la muerte se convierte en una de sus múltiples posibilidades, atraída, sin duda, por el devenir de los tiempos. Nada escapa a la sociedad de la tecnología, donde todo cambia en un segundo y nada vuelve a ser como antes, tal y como sucede con la propia muerte y, más ahora, donde se ha instalado la espantosa e imperiosa necesidad de reivindicar el pensamiento único a través de masacres masivas que no contemporizan ni con la razón ni con la vida, sino con el espanto de la barbarie que acelera nuestro encuentro con las inesperadas soledades llenas de espejos negros.
Ángel Silvelo Gabriel.