Bodega: L’Olivera Cooperativa
DO: Costers del Segre
Variedad: 100% Chardonnay
Graduación: 13,5%
Precio: alrededor de 22 euros
De nuevo L’Olivera aparece por el blog, y aún aparecerá más veces, les debemos un post por su 40 aniversario, cuando, además de visitarlos y acompañarlos, tuvimos la oportunidad de pisar las viñas, de la mano de Pau Moragas, enólogo y responsable del trabajo de campo, que nos enseñó el porqué, los secretos de los vinos de L’Olivera, los cuidados en la viña para que el trabajo en bodega tenga que ser mínimo, porque el material de origen, la uva, es de excepcional calidad.
En 1989, dieron el paso de productores de uva a productores de vino, y el nombre de este vino hace homenaje a este hecho, y la tierra donde nace (Vallisbona es el nombre en latín de Vallbona de las Monges, donde se ubica la bodega). Este vino trata de sintetizar toda la experiencia de la bodega en la elaboración de vinos blancos desde entonces, seleccionando las mejores uvas de cada añada. El origen, la tierra del interior de Lleida, de secano, hostil, que hace que la agricultura sea muy cara, sólo se justifica con productos de Valor Añadido, como este Vallisbona. Es un vino que refleja fielmente esta tierra, cada sorbo me recuerda las viñas que nos enseñó Pau, puedes notar lo duro de la tierra, y a la vez, lo agradecida que se muestra la uva por los cuidados recibidos.
La bodega, donde vinifican cada variedad por separado.
El año 2011 en la zona se caracterizó por poca pluviometría y mucho calor desde la primavera, lo que hizo avanzar mucho la vendimia, de la que se extrajo un fruto sano, bien maduro, y con graduaciones elevadas. En concreto, todas las uvas para este vino proceden de una sola parcela, Comes Euques, La vendimia se realiza de manera manual, seleccionando solo las uvas más sanas, preferiblemente, del lado de la sombra de la vid, para que no esté sobremadurada. Se prensa con el grano entero y la rapa (la madera del racimo), y se fermenta a temperatura controlada (15-17º) en barricas nuevas de roble francés. Después de la fermentación alcohólica, realiza la maloláctica, con el objetivo de aumentar la sensación sedosa en la boca, darle un toque elegante, y mantener una acidez fresca muy característica.
El vino realiza la crianza en contacto con sus lías, durante 3-4 meses, con battonages semanales, para aumentar el volumen en boca, y buscar una integración perfecta de la madera y el vino. Las barricas se eligen de manera que la madera sea un ingrediente más, sin añadir estridencias, y manteniendo la elegancia varietal del Chardonnay.
El resultado, un vino de color amarillo sutil, con reflejos verdosos, muy limpio, con lágrima viva, muy atractivo. En la nariz, complejo, notas varietales de fruta tropical, cítricos, piel de naranja, té verde, notas tostadas de la barrica, unos aromas que hacen que apetezca probarlo. La entrada en boca es delicada, va ganando en intensidad y emoción. Es untuoso, compensado de manera equilibrada con la acidez de la uva. Tiene un final largo, muy agradable, dejando recuerdos cítricos y florales.
Es un vino muy elegante, muy agradable de beber, pero también de oler, un vino para un momento largo, ir viendo cómo evoluciona, dejando que, en contra de lo que se dice de los blancos, vaya ganando temperatura, mostrando notas más florales y tostadas.
Nosotros lo tomamos con unos canelones en el aniversario de L’Olivera, pero, personalmente, lo tomé también con un plato de conejo con caracoles…emoción al cubo !!
No lo dudéis, no es un vino de diario, pero merece la pena, vale cada euro que cuesta, y de vez en cuando, hay que darse un homenaje, no?