Revista Opinión

Vargas Llosa, Savater y el autoritarismo

Publicado el 04 mayo 2020 por Jcromero

Escuchando estos días a políticos y tertulianos profesionales, así como a quienes se expresan desde las redes sociales con agresividad, uno llega a la conclusión de que hay demasiados irresponsables. Quienes los jalean, también. Mientras que médicos y científicos reconocen que saben poco del virus, nos encontramos con voceros dando lecciones sobre virus y pandemia, confinamiento, test y desconfinamiento. ¡Cuántos genios ha perdido la ciencia!, ¡cuántos sabios la humanidad!

Cansado de polémicas estériles y de quienes no terminan de asimilar la voluntad democrática expresada en las urnas, busco referentes a los que agarrarme para aprender, para encontrar sosiego y alguna certeza. Supongo que existen y que se pronuncian sobre la actualidad desde la reflexión crítica. ¿Pero dónde están? ¿Existen, pero no los encuentro? ¿Hablan, pero no les escucho? No sé. Tal vez haya demasiado ruido.

Sería lamentable que optaran por refugiarse en sus actividades intelectuales: creación artística o conservación y transmisión de la historia y del pensamiento, estudio de las lenguas o de las identidades culturales, la investigación científica o sociológica, entre otras. Es cierto que los dirigentes políticos y económicos estarían más tranquilos en sus sillones si ellos callaran. Pero si no se expresan, quedamos bajo la influencia de un poder mediático sobrecargado de frívolos y lenguaraces.

Improbable que una sociedad mejore teniendo como referentes a esos papagayos del argumentario partidista de turno, a tertulianos destemplados y demás ralea del circo. No quisiera pensar que la aportación de estos tiempos consista en ensalzar la estridencia, el morbo y la mentira, mientras el debate documentado y juicioso queda relegado. Bertolt Brecht advirtió en uno de sus poemas que "frente a los irreflexivos que nunca dudan, están los reflexivos que nunca actúan". De acuerdo. Pero nada más vacío y maniqueo que las elucubraciones de algún que otro ilustrado.

Leo un manifiesto firmado entre otros por un reconocido escritor, a quien leo y disfruto como novelista, y por un pensador destacado que recientemente defendió a la ultraderecha para echar a quien hoy es presidente del Gobierno. Son dos personas de posiciones políticas muy conservadoras. El título del mismo es: Que la pandemia no sea un pretexto para el autoritarismo . Pensé que esta vez estaría de acuerdo con ellos, porque efectivamente se trata de una advertencia necesaria. Cuando nos imponen limitaciones, por temporales que sean y por muy justificadas que estén por motivos de salud pública, hay que estar atentos. Los firmantes del manifiesto en el título del escrito dicen algo que muchos consideramos imprescindible.

¿Dicen algo más? Escriben de "estatismo, intervencionismo y populismo" como características exclusivas de los gobiernos de izquierda. Así, sin más. Sin argumentación ni razonamiento. Y, como si los firmantes del escrito carecieran de doctrina política, aluden al "sesgo ideológico" de determinados gobiernos, en referencia a España y Argentina. Nada dicen de los mandatarios del Reino Unido o Polonia. Ponen el acento en Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero olvidan referencias a las libertades en China, Arabia Saudi, Catar o a los derechos humanos del pueblo palestino y en los campos de refugiados en Europa. Dicen defender la "democracia liberal y la economía de mercado". ¿Estilo Trump, Orban, Bolsonaro?

Cierran el manifiesto aludiendo al "Ogro Filantrópico", en referencia a un ensayo de Octavio Paz en el que denunciaba el poder del Estado. Para estos liberales el Estado es un obstáculo, un "Ogro filantrópico" cuando decide favorecer a los más necesitados o combatir la pobreza con un sistema tributario más justo y progresivo. Sin embargo, no hay monstruo que valga cuando, por ejemplo, se rescata a la banca. Observan el Estado como un obstáculo, como una rémora para el capital y como un aniquilador de su peculiar cultura del esfuerzo.

En fin, vivimos tiempos que precisan del saber médico, científico y filosófico, no de panfletos estériles y manidos sacados de la manga sin análisis ni argumentación, pero con la firma de algún renombrado como señuelo. Mientras tanto, hay que reafirmarse en lo sabido: en tiempos de incertidumbres, y siempre, es necesario huir de los profetas de las certezas y de esos personajes que creen ostentar el monopolio de la verdad.


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