Revista Vino

Vega de Ribes

Por Jgomezp24
La clau del celler nou de Vega de Ribes La existencia de la masía donde vive, cultiva y elabora vino la familia Bartra i Roig (guiada por el trabajo cotidiano, en el campo y en la bodega, de Carles Bartra, con la ayuda de Enric Bartra, alguien que sabe mucho y que, además, es humilde) está documentada desde el siglo XII. Su estructura arquitectónica, además, es de las que emocionan porque, aunque tiene no pocas refecciones modernas, conserva de manera privilegiada lo que tenía que haber sido una distribución de uilla romana en la Antigüedad tardía. Es de aquellos sitios donde, además de por el paisaje del Garraf, tiene uno que ir para conocer y sentir la perfecta integración entre ser humano, animales, territorio y paisaje. Y hablo de Roma, pero el paraje está habitado desde el Neolítico (la Venus de Gavà…). Sólo os cuento un detalle, para que veáis la importancia de la tradición en un sitio que, hoy, pocos asocian con el vino (qué paradoja): la bodega que ellos llaman “nueva” conserva la puerta original y en ella, puesta en la cerradura y funcionando a diario, su llave. Lleva grabado el año de su primer uso: ¡1766! 
El macizo del Garraf es, desde un punto de vista geológico, fascinante. Pero Vega de Ribes se encuentra ya en sus últimas estribaciones, hacia el sur y mirando a poniente. A los pies de la sierra del Montgròs (uno de sus vinos que más me gusta se llama Sasserra, con el artículo salado, “sa”, que antes se usaba en la zona, como hoy se hace en Mallorca y en la Costa Brava, y que determinaba a la “sierra” que les protege: “sa serra –del Mongròs- > “sasserra”), la bodega asienta sus viñedos (los más antiguos que he visto, en vaso, de unos 80 años; aunque fueron los primeros de la zona en conducir las plantas en espaldera: ¡las hay de 40 años!) sobre dos tipos de suelo que dan, también, vinos bien distintos: tierra calcárea, por una parte; y arenas de sedimento marino con abundante sílice, por la otra. Respetan la flora autóctona, labran sólo cuando es imprescindible (como mucho una vez al año y cuando estuve, que fue en abril de 2012, todavía no lo habían hecho) y utilizan como abono y como segadora natural, el rebaño de ovejas ripollesas de su vecino. Muy respetuosos y buenos conocedores de la historia y las tradiciones de su paisaje, delimitan y separan sus viñedos de los bosques de pinos vecinos con algarrobos. Las raíces del algarrobo no son tan voraces como las de los pinos y ya se sabe, los pinos más bonitos (y las cepas más raquíticas) se encuentran junto a los viñedos. Trabajan las variedades más propias de su tierra y lo hacen de una forma que, con brevedad, tiene que ser conocida. Porque lo suyo de toda la vida son la malvasía y la xarel.lo. De esta segunda variedad, en el Penedès se viene hablando ya mucho en los últimos años. Y hay bastantes ejemplos de buenos vinos tranquilos que se hacen con ella. 
Pero es que en Vega de Ribes, el mejor xarel.lo es el que va a un vino espumoso monovarietal de gran calidad. Para mí es de los mejores métodos ancestrales que se hacen, no sólo en España sino (de lo que conozco…) en el mundo entero (incluyo Francia en mi hipérbole, claro). El método ancestral es distinto del tradicional (“champenoise”) de la DO Cava y de no pocos espumosos de la DO Penedès. Ellos lo practican así: la fermentación alcohólica se hace a baja temperatura. El vino, cuando todavía las levaduras no se han comido todo su azúcar, es trasvasado a la botella y tapado con una chapa. El resto de esa primera fermentación alcohólica ocurre, pues, en la botella: el ancestral, aunque lleve burbujas, no tiene una segunda fermentación alcohólica en botella. Lo que hace es completar la primera en ella. Y conserva allí el CO2 que ha liberado el proceso. En Vega de Ribes, además, dejan en rima y sin remover esas botellas tapadas con chapa por lo menos dos años. Degüellan, rellenan la merma (esas levaduras han tenido una buena actividad dentro de la botella y cuando se hace saltar la chapa, hay vino que se pierde) con vino del mismo tipo, encorchan, reposan y comercializan. Es un espumoso ancestral que emociona, de veras: ese xarel.lo del Garraf lleva todas las esencias del mar y del monte bajo, de la tierra seca y del olivo silvestre, reposado y con una mínima oxidación, ¡y todo con fina burbuja! Delicioso. Hacen también un rosado ancestral con garnacha blanca y sumoll y otra estrella, un blanco de malvasía (la otra gran seña de identidad de la bodega y de la zona) con un poco de azúcar residual, casi un semidulce. Adictivo. Vega de Ribes produce, además, la mejor (para mí, claro) malvasía seca de la zona, el citado Sasserra, que también sacan al mercado con años de reposo (ahora andan con el 2007) y que recoge las mejores esencias aromáticas y gustativas del Garraf marítimo: aires de mar, fresco pero seco y con el punto de la madera vieja, maquia (orégano, tomillo), olivos y retama. Un vino que, como pocos, permite oler y beberte un paisaje. Ancestral Garnatxa-Sumoll 2008

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