Vettel festeja con champagne su victoria en el GP de Alemania - EFE.
En su empeño por mezclar su imagen entre la muchedumbre, los patrocinadores de grandes eventos regalan objetos con los que entretenerse. Una publicidad en movimiento es más atractiva que un cartel o una pantalla que va cambiando de mensajes publicitarios. Esta vez era una inmensa mano azul –y promocional– la que parecía reclamar su protagonismo entre el público del circuito de Nürburgring durante la ceremonia de entrega de trofeos en el podio. La mano se movía de un sitio a otro con el dedo índice bien abierto y el resto de
dedos encogidos. Justo el gesto que había vuelto a hacer el ganador de la prueba y uno de los ojitos derechos del deporte alemán, Sebastian Vettel (Heppenheim, Alemania, 1987), que cuatro días después de soplar las velas de su 26º aniversario se regaló su primer triunfo en su casa, uno de los tres que le quedaban entre las actuales citas del calendario. Al alemán, que hasta ahora nunca había ganado una carrera en julio, solo se le resisten dos circuitos más, el próximo, el de Hungaroring –en Hungría– y el Circuito de las Américas –el GP de Estados Unidos–. “Ganar en casa es especial y un alivio”, recalcó Vettel, que se apuntó su 30ª victoria -cuarta de la temporada- en su 110º gran premio, en los que acumula 52 podios y 39 poles. El piloto de Red Bull hizo otra carrera perfecta engullando a Lewis Hamilton en la salida y conteniendo a Kimi Raikkonen en las últimas vueltas. El finlandés, que casi seguro será su compañero el año que viene, quedó segundo –inconformista como es no quedó contento y se preguntó si la última parada era necesaria– por delante de su escudero en Lotus, Roman Grosjean. Cuarto fue Fernando Alonso, que ve cómo Vettel se le vuelve a escapar. 34 son los puntos que le separan del alemán.
“Mis rivales me han han hecho ganarme el sueldo”, soltó, divertido, Vettel, que acarició con mimo el toro de su monoplaza. Sabe que Adrian Newey ha vuelto a darle la máquina más equilibrada de la parrilla, por más que siga sin sacarle el provecho que debería. Aunque al australiano, que al final de curso abandonará la Fórmula 1, le sobra mal suerte. Un día que salió bien –se le coló por la izquierda a Hamilton– quedó penalizado por el error de un mecánico en colocarle una rueda, que salió despedida e impactó en la cabeza de un cámara, afortunadamente fuera de peligro –el incidente le costó a Red Bull una multa de 30.000 euros–. Webber cayó a la última posición y logró ascender hasta la séptima, justo por detrás de Jenson Button, que este curso solo lo ha hecho mejor en China, donde fue quinto. El lugar que le birló Hamilton en el último giro. Mientras que Nico Rosberg, compañero del británico solo fue noveno y quiso justificar los motivos: “Tenemos coches nuevos, diferentes. Han cambiado del todo –tras el desastre de Silverstone, donde reventaron cuatro ruedas de cuatro pilotos de equipos diferentes–. Ahora equipos como Renault –Lotus– van más rápidos y nosotros no”. Un monoplaza para ganar “tres o cuatro carreras seguidas”