El próximo gran acontecimiento vínico en España va a suceder en Galícia, el 30 de noviembre de 2013. Algunos me consideráis hiperbólico. Y lleváis razón: lo soy. Pero siempre con fundamento, si me permitís la libertad de hablar de mí. Porque cuando pienso qué fue y el éxito que tuvo la primera edición de Viñerón 2.0, sé con seguridad que esta segunda edición, que ya se bautiza a partir del año en que se celebra, Viñerón 2013, va a ser mejor que la anterior. Y lo sé porque conozco mucho mejor a quienes lo organizan (Xoan Cannas y la gente del Instituto Galego do Viño) y porque estoy viendo cómo remueven tierras, cepas y bodegas, amigos, personas y contactos, para perfilar una selección de veinte viñerones que sea tan o más interesante que la del año pasado.
Fácil no lo tendrán, cierto. Pero el "señuelo" del nuevo lugar de celebración de Viñerón 2013 (A Cidade da Cultura de Santiago) y esa primera selección que ya tienen cerrada, tienen que animar a la gente a considerar la cita como algo muy parecido a "Terres et Vins de Champagne" pero en España: pequeños productores de España y Portugal (sobre todo) a los que guía su respeto y amor por la tierra, su vocación de embotellar paisajes y añadas con los menores filtros posibles y, en fin, su objetivo de emocionarnos con una copa de sus vinos en la mano. Algunos de los que han confirmado su asistencia están entre mis imprescindibles: Cámbrico, por ejemplo (Alberto Martín); o Albamar (Xurxo Alba Padín); o Dominio del Urogallo (Nicolás Marcos). Y otros muchos a los que conozco menos, pero de los que he bebido grandes botellas: Casta Diva, Zárate, Xosé Luis Aristegui, etc. Serán veinte al final y la tarde y la noche se cerrará y se nos hará corta para poder charlar con todos, para conocer los detalles de su trabajo, para beber y conocerse y, al fin, para conseguir el gran objetivo de un acontecimiento como Viñerón 2013: reconocerse a uno mismo en el trago de un vino auténtico y en la charla con quien lo ha hecho.