Revista Vino

Vino friki: Vueling y Ling, febrero '14

Por Jgomezp24
Escribo el post desde la habitación de un hotel en Valladolid. Villanubla y el páramo estaban preciosos este atardecer y el viaje en avión ha sido casi de placer. Raquel Pardo me había mandado un pdf con su artículo para la revista Ling de Vueling (sobre un bar, en Barcelona, que ofrece "nuevas experiencias" brutales). Confieso que lo había leído demasiado rápido y el avión y la revista en papel me han dado la tranquilidad que necesitaba. Su lectura, la forma cómo iba surgiendo en mi cabeza una conversación improvisada con Raquel sobre el tema de fondo del artículo (los vinos naturales), otras charlas sobre el qué, el para qué y el cómo de los blogs y de su decadencia, de los tuits y su auge, me han llevado a este post.
Lo escribo como si fuera un tuit pero sin la tiranía de los 140 caracteres. Total, pensaba en el avión, si blogger va a llevar este escrito a todos los que sólo leen tuiter. Y tuiter hará lo propio con los que leen feisbuc. Por supuesto, tiene la inmediatez de un tuit: en cuanto le diga "publícate", saldrá de inmediato. Y, claro, si alguien quiere comentar algo, podrá hacerlo aquí mismo, en el post, o en tuiter o en feisbuc. Qué más da el formato. Lo que importa es la comunicación y su contenido. Si quiero hacer un artículo de fondo y enjundia, de investigación, novedades y fotos, lo haré. Si quiero un formato breve y sin fotos, lo haré. Si quiero escribir una columna de opinión, la escribiré. Y cada cual leerá desde donde quiera. Y contestará desde donde quiera. Si le apetece. Y puedo escribir, además, desde el dispositivo móvil o fijo que me convenga. Se acabó la tiranía de la autoimposición en esta casa editorial.
"Son raros, pero molan". ¿Vino friki = vino natural? No creo que sea ésta la idea-fuerza de Raquel, pero es la que destaca (también de forma gráfica). Los vinos que son más naturales nacen y se hacen en el campo y así termina el artículo: "con prácticas que enlazan con lo ancestral, respeto a la tierra, a las raíces, a los ciclos naturales del entorno...viticultura sostenible, transparente, responsable..." Esto es lo sustancial. El "quítame allá ese sulfito", frente a todo lo que se hace (o no se hace...) en el campo es, sólo, un detalle en la vinificación. No baladí, pero uno más. Antes tienen que pasar muchas cosas, en el campo y en la bodega. No es, tampoco, una cuestión de sabores mas o menos raros. O de perfecciones o imperfecciones. Es una cuestión de "cuantas menos intervenciones, mejor", en una gradación y con una intensidad en la que no encontrarás a dos viñerones que trabajen de la misma forma. El resultado final será el de un vino más cercano que otros (de su entorno) a la realidad de la que surge (tierra, cepas, clima, personas). Eso es lo que cuenta. Y tanto para el viticultor como para el consumidor (ambos suelen confundirse, además), no es ya una cuestión de modas o de tendencias. Es una actitud de la que no hay que vanagloriarse. Hay que ejercerla y, si se puede, hay que explicarla. 
Algunos de los mejores vinos que se hacen siguiendo esta forma de entender la vitivinicultura, no suelen llevar nada escrito en sus etiquetas. Y nosotros, como consumidores, tampoco tenemos que llevar un cartel que diga "bebedor de este y no de aquél tipo de vino". "Realmente atrayentes", ¿"extrañamente seductores"? (los signos de interrogación son míos), propone Raquel. Yo creo, con ella, que son muy atrayentes, pero no "extrañamente seductores". Son necesariamente seductores, inexorablemente seductores diría, porque nos hablan con apenas filtros de algo que forma parte de nuestro ADN como seres humanos: de la tierra y de sus aromas y sabores. 
Me ha salido un poco largo este tuit...Qué más da.

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