Revista Cine

Virus tropical

Publicado el 18 octubre 2018 por Diezmartinez
Virus tropical

Virus tropical (Colombia-Ecuador, 2017), opera prima del artista visual y animador Santiago Caicedo es una encantadora cinta animada de crecimiento femenino y juvenil centrado en la escritora/ilustradora Paola Gaviria aka PowerPaola, también conocida, antes de nacer, como "virus tropical".Desde la primera secuencia, nos queda claro el origen del título del filme. Estamos en 1976, en Quito, Ecuador, y doña Hilda (voz de Alejandra Borrero), casada y madre de dos hijas, está convencida que está embarazada, pero como ya se había realizado el amarre de las trompas, los médicos que la ven le dicen que tiene un "embarazo psicológico", que la panza "es de aire" o que, de plano, seguramente es una reacción a algún "virus tropical".El virus de marras nacerá para ser bautizada como Paola (voz infantil de Marina Toro, voz juvenil de María Cecilia Sánchez), la tercera hija del complicado matrimonio de Doña Hilda con Don Uriel (voz de Diego León Hoyos), un antiguo sacerdote colombiano que había colgado la sotana para formar esta familia. Esa vocación malograda causará ciertas tensiones matrimoniales, empeoradas en algún momento por la visita de Doña Teresa (Zoraida Duque), la madre de Uriel, quien nunca se resignó a no tener un hijo cura.Paola nace, pues, en una familia de puras mujeres -al inicio está Uriel, es cierto, pero el tipo es poco menos que un cero-a-la-izquierda-, con su madre Hilda, sus dos hermanas de personalidades encontradas, Claudia (voz de Camila Valenzuela) y Patty (voz de Mara Gutiérrez), y la omnipresente criada ecuatoriana Chavela (voz de Javiera Valenzuela).A lo largo de esta episódica película animada en blanco y negro -que alterna un estilo de dibujo casi infantil con cierto grado de complejidad en las vistas de las ciudades y algunos elementos visuales provenientes de la técnica del collage- somos testigos del crecimiento de Paola, la interacción que tiene con sus hermanas, su mudanza de Quito a Cali en donde tiene que adaptarse a otra cultura -¡y además pasar por la adolescencia!- hasta llegar a la obligada decisión de ser independiente, en más de un sentido.La cinta no tiene un desenlace. Más bien, se detiene en un momento crucial de la vida de la protagonista, lo que, dramáticamente hablando, resulta ser anticlimático. También es cierto que por la misma estructura episódica, de repente pasan muchas cosas -Claudia decide no viajar a Milán y de repente está casada viviendo en Galápagos- y otras suceden -la aparición/desaparición de los padres, Hilda y Uriel- sin que tengamos claras las razones. No importa: se trata de un notable filme animado que, sin dejar de lado su muy precisa especificidad cultural -sudamericana, latinoamericana- termina convertido en un emotivo relato universal de crecimiento, maduración y auto-conocimiento femenino. Y por si fuera poco, además es muy entretenido. 
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