Visitamos al País de la Maravillas

Creo que tengo un serio problema con mis lecturas, de Sontag salto a Borges, de Borges a Follet, y de Follet a G.R.R. Martin como si se tratara de algo natural. Se me hace tan difícil mantener un libro, y los cambios conforme mengua mi ánimo me hacen incierto el paradero del próximo autor a visitar.

Recientemente he terminado de leer "Alicia en el País de las Maravillas", inicialmente solo lo tome por curiosidad, pero casi instantáneamente quede convencido de que no hay que escribir tomo tras tomo para lograr algo mágico. Lo ilógico se abre paso en el mundo onírico de Alicia, y es que los diálogos fuera de todo sentido común son realmente jocosos. Se pueden encontrar en internet muchas referencias a Alicia, a el mundo fantástico que encontró siguiendo la madriguera de conejo, ahora de forma aguafiestas debo decir que no hay ninguna referencia ni vínculo entre el mundo real y el mundo onírico de alicia, ella no ve el país de las maravillas como la nueva realidad a adoptar, sino como un lugar donde toda la causalidad es ilógica, ve el mundo en si como disfuncional, algo que no sucedería con alguien que realmente encuentra la realidad "verdadera" o que se percata de la falsedad de su realidad.

Que hay en la narración de Lewis Caroll que aún nos hace sonreír, ha de ser el tono con que los personajes más locos toman decisiones, esa seguridad envidiable y altanera con la que comenten los errores, la imprudencia de alicia tan propia de una niña de cualquier época, o la aparente nobleza que se esconde detrás de cada encuentro, que aunque descabellado, es siempre honesto. Una formula sincera, donde la maldad es producida por ignorancia o por demencia, más que por la voluntad del agente mismo, yo mismo me permito creer que la reina jamás ha cortado una cabeza en realidad.

Le recomiendo leer el librillo, una pequeña duda sin duda.