
Y nos hablan de la preparación para otro mundo, pero como nos conocemos y sabemos que fallamos al sucumbir a nuestras pasiones, vivimos y morimos con temor a lo que sucederá en el otro mundo. Habría bastante tranquilidad en este mundo, si tuviéramos la completa seguridad de que nada hay que temer en el otro: la idea de que Dios no existe no ha atemorizado jamás a nadie, pero sí la de que existe uno.


