Wawrinka levanta el trofeo del Abierto de Australia con Nadal al fondo - AFP.
Es el octavo juego del cuarto set y Stanislas Wawrinka (Lausana, Suiza, 1985) se señala la cabeza con el dedo. Viene a decir "la mente, la mente. He sabido no perder los nervios. Ahora sí me creo que voy a ser campeón". Después, con el puño encogido, se golpea la zona: "Ahora no te desconcentres. Estás a un juego, solo a uno. No falles". Y el suizo no lo hace al saque y se corona por primera vez campeón del Abierto de Australia (6-3, 6-2, 3-6 y 6-3 del español tras dos horas y diez minutos). Es su primer Grand Slam, en su debut en una final grande y ganando por primera vez, tras 12 derrotas y ningún set a favor, a un Rafa Nadal corajudo a pesar de lesionarse en la espalda en el peloteo y que aparca, de momento, la posibilidad de igualar los 14 grandes de Pete Sampras, presente en la entrega de trofeos, y de acercarse a los 17 de Federer. Aunque el mallorquín refuerza su número 1, pues acumula hasta 3.710 puntos más que Novak Djokovic, también caído ante un Wawrinka que se convierte en el primer tenista desde 1993 en levantar un Grand Slam venciendo por el camino a los dos mejores y el primero, desde 1980, en hacerlo en Australia partiendo como octavo cabeza de serie. El partido no ha empezado para Nadal y ya está contra las cuerdas, pues se lesiona en el peloteo de calentamiento: "Sentí algo. Mi espalda se quedó clavada". Cada vez va sintiendo más dolor y tiene menos fuerza, y es tratado por el fisioterapeuta. Tanto cuando parece estar mejor como cuando apenas puede moverse le domina un Wawrinka insaciable que se lleva con facilidad las dos primeras mangas en poco más de una hora. El suizo es otro jugador desde que Magnus Larsson, ex técnico de un Robin Soderling que sigue siendo el único capaz de haber vencido a Nadal en Ronald Garros, lo dirige. Pupilo y técnico comparten discreción, meticulosidad y sacrificio. "Lo último que quería era retirarme"En esas condiciones y con sin obviar que tiene una protección en la ampolla de la mano izquierda, Nadal se resiste a abandonar. Hace de tripas corazón por no ceder: "Lo último que quería era retirarme, especialmente en una final y sobre todo cuando he estado trabajando tanto durante un año para un momento como éste". Cuenta que también lo hizo por el público, el rival, por más que supiera que "era imposible ganar de esta manera". Aunque en el tercer set replica, de repente, con un 3-0, tras salvar dos pelotas de rotura y hacerle un break al suizo que, descentrado, suma 10 errores no forzados en esos juegos y acaba perdiendo la manga con 19, y recriminándose en voz alta. Nadal sabe que su única opción, tan mermado como está, es huir de los intercambios y ser lo más concreto posible. Arriesga y le sale bien. Incluso en el cuarto set llega a sacar a 182 km/h, cuando los primeros servicios fueron de unos 140. El mallorquín lo intenta, pero Wawrinka se conecta y ya no da más concesiones. Vuelve a ser el Wawrinka que ha dictado el ritmo y escribe las estrategias del partido, que no cede sobre el revés ni se deja soprender por las bolas altas de Nadal. "Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez"Cuando Wawrinka comprueba que es el campeón apenas levanta los brazos. Tampoco suelta la raqueta. Dedica más tiempo a animar a Nadal, que le considera un buen amigo: "Es buena gente y que gane este tipo de gente siempre es positivo". Y después el suizo se mira el tatuaje que tiene en su antebrazo izquierdo y que reza: "Ever tried. Ever failed. No matter. Try Again. Fail again. Fail better. Read more" ("Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor"). La frase, del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, es "como veo mi vida en particular y también mi vida tenística". Mientras, Nadal, triste, solo puede sentir orgullo: "No puedo hacer nada más que irme a casa tranquilo porque he hecho todo lo que he podido. No he competido como me hubiera gustado. No tengo ninguna lesión grave, solo la espalda clavada". "No he llamado a mucha gente después del partido, solo a mi mujer y mi hija. Mi hermana y Roger (Federer) sí me han llamado", comentó. Roger, que baja al octavo puesto de la clasificación, le ha dado consejos y ánimos para ganar a Nadal. "Es un poco una locura lo que sucedió porque no esperaba ganar un Grand Slam. Yo pensaba siempre que no era lo suficientemente bueno para vencer a esos tíos", sentencia Wawrinka, capaz de dejar por el camino a Djokovic en cuartos, a Berdych en semifinales y a un Nadal que se vació pese a los obstáculos. El suizo supo ganar y el mallorquín, perder.