Por si cupiera alguna duda sobre la fragilidad de la psiquis humana y sobre las limitaciones de las instituciones a la hora de apuntalar a quienes la padecen especialmente, Liberami aborda ambos fenómenos desde una perspectiva infrecuente, montada sobre dos plataformas incómodas para una sociedad afecta a los manuales de autoayuda: el sufrimiento de creyentes católicos que se sospechan poseídos por el diablo y el compromiso que sacerdotes especializados asumen para exorcizar a estos fieles.
Es muy respetuosa la aproximación de Federica Di Giacomo a esta suerte de terapia religiosa contra padecimientos que ningún médico –ni clínico ni psiquiatra– ha sabido tratar, mucho menos curar. Acaso por eso la realizadora (y antropóloga) italiana consiguió las autorizaciones necesarias para seguir de cerca a cuatro feligreses en pena, filmar sesiones de conjuro completas, e incluso registrar la charla de un grupo de exorcistas de distintas nacionalidades en el recreo de un curso de capacitación auspiciado por el Vaticano.
El guión co-escrito con Andrea Sanguigni les da una estructura sólida a los testimonios recogidos en Sicilia y en Roma. El protagonismo acordado al Padre Cataldo contribuye sustancialmente a ordenarlos en un marco libre de estigmatizaciones.