No, hoy no es el día de la mujer (¿hace falta para que nos acordemos de ellas?) pero a juzgar por las lamentables y espantosas noticias que vemos a diario, parece que aún vivamos en el Paleolítico Superior en pleno Siglo XXI. El otro día se convocó otra jornada de protesta para reclamar el derecho de las mujeres a conducir, cosa que no parece tan aceptada porque algún que otro jeque se ha pasado tres pueblos.
El jeque en cuestión, Saleh al-Luhaidan, miembro del Consejo Superior de Ulemas, decía, sin
El caso es que en Arabia Saudí, uno de esos lugares con una sociedad religiosa anacrónica disfrazada de modernidad, petroleo y lujo, varias conductoras han sido detenidas y liberadas después de firmar un compromiso de no volver a conducir, algo así como el “no volverá a ocurrir” borbónico. Otras, como Shayma Ghassaniya, fueron sentenciadas a recibir diez latigazos (que al final fueron revocados).
¿Ah, que esto nos queda lejos? Pues en todas partes cuecen habas. Diría yo que la editorial del Arzobispado de Granada está en eso de superar al jeque con la edición de un libro titulado “Cásate y sé sumisa” (encima escrito por una mujer, Costanza Miriano) en el que defiende que la mujer debe “aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión” para poder ser “feliz INCLUSO con su marido”, manda narices!.
Dejar pasar estas cosas puede que sea una de las causas que llevan a que aquí se vivan cosas mucho más lamentables. Me refiero, sin duda, a las más de 700 mujeres asesinadas por violencia de género en España, ayer mismo la última, muertes que se debieran haber evitado la última década, una cifra horrible, sólo comparable a las del terrorismo, más “mediáticas”
No debiéramos consentir que se emprenda ese camino, ni desde la política, ni desde el arzobispado y mucho menos desde el mundo de la cultura, lo siento por Perez Reverte y su
Esta vez no han de quedarse solas, todos tenemos mucho que perder. No hablamos ya sólo la segregación de los géneros, hablamos también del retroceso cultural, la vuelta a la barbaridad, con todo lo que ello conllevaría en cuanto a destrucción de derechos y garantías no sólo los de ellas sino los de todos.