Revista Cultura y Ocio

"A este gobierno habría que ahorcarlo"

Publicado el 29 agosto 2012 por Elhombredelpiruli
Esa frase del título la he oído hoy en el Metro de Madrid a una señora indignada. Era una señora de esas que antes llamábamos de las clases populares y que hoy no lo hacemos porque no hay clases populares. Solo clases pudientes o clases medias o quizá, incluso, de esas clases a las que alude el PP que han gastado más de lo que tenían y asi nos va como nos va.
Esa señora, chaparrita y renegría, iba acopada de su hija y ha dado tres euros al taquillero y le ha pedido dos billetes. "¿Adónde va usted?", le ha preguntado el empleado, porque se paga según el trayecto que hagas (cuanto más lejos, más caro). "¡A Ópera!; joder ya hay que decir a dónde va una en el Metro!". El taquillero se ha encogido de hombros y ha replicado con una sonrisa que él solo hace lo que le mandan. Entonces es cuando la señora ha soltado la frase susodicha: "a este gobierno habría que ahorcarlo".
Yo estaba detrás de ella y he tenido la tentación de decirle que no es el Gobierno de Rajoy el culpable de que ella tenga que decirle al taquillero adónde va, como si fuera su tutor, sino que es cosa de la Aguirre. Pero me contuve, quizá se refería a que había que ahorcar al gobierno de la Comunidad, aunque no lo creo. Luego pensé si no será esta señora uno de los votantes de Esperanza Aguirre. Teniendo en cuenta que el PP obtuvo casi la mitad de los votos emitidos mi porcentaje de error/acierto es del cincuenta por ciento. Pero me pareció injusto para con ella catalogarla para mis adentros como "peperovotante", aunque me daba a mí que no me equivocaba.
El caso es que la señora se fue al andén y yo saqué mi bono de diez viajes (12 euros), que a eso iba. Y luego salí porque mi intención era tomar el autobús (en los buses no venden el bono) porque iba a dedicar la mañana a visitar el museo Sorolla (Una joya que tiene Madrid y pocos conocen, dicho entre paréntesis)
Alli, esperando bajo la marquesina, maté el tiempo observando el moderno sistema electrónico (creo que por GPS) que te informa de los minutos que tardarán los autobuses en llegar a dicha parada. Yo iba a tomar el 27 y vi que me anunciaba 4 minutos de espera. No estaba mal. Me fije que el 34 tardaría "+20" minutos. Compadecí a los usuarios del 34. Tantas modernidades, tanto subir el billete de precio para que luego te tengan más de veinte minutos de espera un 29 de agosto a mediodía con un servicio deplorable.
Bien pues el primer autobús que vino fue el 34 a los dos o tres minutos como mucho.¿Le habrían conectado el turbo propulsor? Al cabo de diez minutos, al 27 seguían faltándole 4 minutos para llegar, pasó otro 34, además de otros varios de diferentes líneas. Cuando, al fin, casi después de un cuarto de hora de espera, apereció el 27 no era uno sino tres. Tres autobuses de la misma línea juntitos, como en procesión. Y en efecto, parece que compartían la idea central del Jueves Santo, la pasión, porque en el que subí no había aire acondicionado. ¿Medidas de ahorro?
En fin, en el museo Sorolla olvidé todos estos contratiempos. Es un lugar muy recomendable: la casa donde vivió el pintor valenciano desde 1900, cuando la mandó edificar en la calle Martínez Campos, hasta poco antes de su muerte en 1923. Es museo desde 1932 y en su inauguración estuvo el entonces presidente de la República, Manuel Azaña, en un acto muy celebrado. Allí están muchos de sus cuadros más famosos y otros menos, aunque igual de notables, como este de abajo: "La trata de blancas".
 
 Aprovecho para hacer publicidad de matute de una de mis novelas, "Memorias del guerrillero con dos cabezas". El motivo de la portada es un detalle de unos de sus cuadros (que no está en el museo):
"Defensa del parque de artillería de Monteleón".
Por cierto, la entrada solo vale 3 euros, casi como mi libro en ebook.
Para regresar tomamos el metro en Rubén Darío. El convoy llegó enseguida pero de nuevo sin aire acondicionado. Todos los viajeros íbamos sofocados, peor que en  un transporte de ganado (¿alguno de los que me leeis asiduamente os suena lo de bienes semovientes? Pues eso). El ganado viaja más cómodo porque la Unión Europea dictó hace tiempo reglas precisas para ello. También tenemos normas para el transporte de personas pero esas no se cumplen porque hay que ahorrar y si los viajeros se cuecen en su propio jugo, que se jodan
 (¿Qué me recuerda esta frase que me ha salido tan espontánea?)
El caso es que vine dándole vueltas a la posibilidad de pedir la hoja de reclamaciones o de presentar al Metro una queja online, pero al final me decidí por escribir este post, que con toda seguridad tendrá más lectores. ¿De qué serviría lamentarse por la falta de aire acondicionado ante una Administración que recorta en Sanidad y Educación, debe millones de euros a los abogados del turno de oficio y tiene una presidenta que a duras penas llega a fin de mes? Una minucia.
¡Qué fresquito! al abandonar el vagón, con la camisa pegada al cuerpo como si saliera de una sauna,Y cuando accedí a la calle, ¡qué delicia, 33 grados a la sombra!... Pensé que me constipaba del frío... ¡Atchís! coño, me constipé de verdad.
Me preguntó qué hubiera dicho la señora regordeta del Metro en mi lugar. Claro que lo mismo ella tuvo una una peripecia similar.
Estas fotos las tomé en el museo. Fue con el móvil, de ahí si baja calidad de imagen. Pero merecen la pena.


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