Revista Cultura y Ocio

Agencia Matrimonial Nazareth

Publicado el 10 julio 2018 por Molinos @molinos1282
Agencia Matrimonial NazarethAgencia Matrimonial Nazareth. Creo haber leído mal. No puede ser. ¿Será un cartel de atrezzo para otra serie ambientada en los sesenta? El cartel parece en buen estado, robusto, está bien anclado a la pared y tiene todas las letras. Ninguna cuelga desprendida a punto de caerse encima de un peatón.  Ni siquiera está polvoriento o deslucido. «¿Te has fijado? En la ventana hay plantas vivas. Quizás sigue funcionando y alguien cuida esas plantas»
Nazareth. El nombre ya es todo un enigma. «Quizás la dueña se llame así» Justo cuando estoy a punto de preguntar si hay alguien que se llame así, recuerdo cuando la gente se llamaba África o América o Belén. No conozco a nadie de menos de veinte años con esos nombres, quizás ahora se consideren apropiación cultural. Los tiempos cambian. O no. Una agencia matrimonial todavía en activo. 
Pienso en las plantas de la ventana. Pienso en la dueña, Nazareth, y la imagino en parte como Ofelia, la secretaria de la T.I.A. y en parte como Christina Hendricks en Mad Men. Alguien con quien al encontrarte, tras llamar al timbre después de haber cerrado las puertas del estrecho ascensor, te sientas a gusto. Alguien que transmita la sensación de conocer el negocio y al mismo tiempo de no necesitar utilizarlo. Alguien que no te juzgue, al que no des pena, que no te mire como un bicho raro o como carnaza para psicópatas. Alguien que consigue que las plantas en el alfeizar de una ventana polvorienta en pleno centro de Madrid luzcan verdes y lustrosas. 
Cuando era pequeña una agencia matrimonial me parecía algo muy misterioso, muy extraño. ¿Quién acudiría a ellas? ¿Por qué? ¿Acaso no era mejor conocer gente "en persona"? Si acudías a una agencia o bien tú tenías algún problema o aquellos con los que la agencia te iba a emparejar tenían un problema, seguro que no eran de fiar. Exactamente lo mismo que opina mucha gente de las aplicaciones, portales y páginas para ligar, para encontrar pareja. «¿Por qué alguien como tú busca pareja en internet?» «¿Qué es alguien como yo? Eso es una estupidez. A todo el mundo puede apetecerle buscar pareja» «Bueno, vale, pero es que en esas páginas no hay más que psicópatas y chalados. ¿Cómo vas a fiarte?» Si estás  en una página de citas tiene que ser porque te pasa algo raro o solo vas a encontrar chalados. Sin contar el famoso argumento de ¿Cómo te has dejado poseer por el falso mito del amor romántico cuando lo importante es la realización personal y el saber estar solo? Ajá. Pues porque a lo mejor las pantallas de la realización personal y el saber estar solo ya te las has pasado hace tiempo y lo que te apetece ahora es encontrar a alguien para hacer cucharita, ver pelis, irte de viaje, reírte y follar.  Lo del amor romántico va por gustos, hay quien quiere creer en él hasta el infinito y más allá y hay quien lo ha desmenuzado, deconstruído y se ha hecho una versión a su medida con la que está a gusto. 
Vuelvo a pensar en la Agencia y pienso en sus clientes. Quizás son personas que no se fían de internet, ni de los algoritmos ni de las aplicaciones. No quieren que los espíen los rusos ni sus familias. No quieren que nadie les juzgue, ni que les cotilleen los mensajes. O, a lo mejor, son desencantados de las redes, de Tinder, Meetic y demás. Quieren que una persona, que Nazareth, les abrace, les acoja, les diga que todo saldrá bien y que cree que tiene la persona perfecta para él o ella. Y, probablemente, cómo me dijeron ayer, sea verdad. Dos personas que acuden a una Agencia Matrimonial ya tienen mucho en común, seguro que cualquer algoritmo les daría un 100 % de compatibilidad. 
Han vuelto el vinilo, las gafas cuadradas que no favorecen a nadie y los estampados en marrón y amarillo. ¿Por qué no iban a volver las Agencias Matrimoniales? 

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