Revista Cultura y Ocio
El amor, es como el clima, en ocasiones cálido y otras veces gélido. -Decía Propet Johnson. Marinero, hombre de piel agrietada e incansable poeta.
La noche me sonreía aquel día, con su único diente que era la luna. descansaba en mi camarote, solo. Jaime y Jesús, dos hermanos pescadores igual que yo, se habían quedado en tierra disfrutando de carne que no tienen los peces, putas.
La Santa María, el irónico nombre de la embarcación que me dio todo y me lo quito también, iba rumbo a un deshuesadero en el Callao. Pieza por pieza, pensaba yo.
Pieza por pieza.- me dijo Johnson, antes de zarpar.
Los hombres deshuesan barcos, como deshuesan países las compañías. Los hombres que no son hombres, hombres que son mercancías.
Ideas, sueños y otras porquerías colmaban mi mente, una tormenta de pensamiento se veía surgir en los oxidados cielos del camarote. No era la actividad mental lo que me impedía dormir, si lo era la dureza del colchón y la delgadez del corazón, el alma no quería lo que el bolsillo me exigía, ese barco era a mi cuerpo lo que la moneda es a la economía.
La marea que bajaba y subía, el espíritu que se torcía y los hierros marrones que como costillas disecadas asomaban en las recónditas esquinas, fueron desde siempre mi refugio del mundo. Me vi nadando en la libertad que solo la soledad sabe ofrecer, una ultima vez.
Solo éramos dos hombres esa noche, y una mujer, una santa María. conocimos tiempos mejores, eso era seguro, pero ahora el guano no vale tanto y así las cosas ya no se puede vivir mas de la mierda de los pájaros.
El ancla, una cadena vieja y mal pegada a un trozo de roca, se deslizo en la cubierta como una anaconda silenciosa, como las amantes en las chozas, se lanzo a la mar.
Me levante de golpe, salte olímpicamente hasta la entrada del camarote y a zancadas infinitas viaje por la escalera. Nunca fueron mas distantes los escalones unos de otros, como en aquella noche. Solo una sombra vi, un rayo negro, un instante de muerte segadora me abrazo en el tiempo y solo me soltó al terminar de subir.
El amor es como una marea, en ocasiones alta y otras veces muy baja. -Digo yo Cristóbal Johnson, hijo de Propet Johnson, quien en su baja mar se lanzo al océano, quien se abrazo con una anaconda oxidada de rocosa cabeza, quien por no perder a su María en la ensenada, frente a las costas del callao se entrego a la mar.
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