Revista Cine

Amor a Primera Visa

Publicado el 01 diciembre 2013 por Diezmartinez
Amor a Primera Visa
La fórmula para buscar el éxito económico en el cine mexicano del 2013/2014 es transparente: hacer comedias y abrevar de los temas del cine de la época del cine mexicano, sea a través del franco remake (Nosotros los Nobles/Alazraki/2013, refrito de El Gran Calavera/Buñuel/1949)  o de saquear algunas premisas de las películas mexicanas de los años 30/40/50/60, sea el melodrama familiar lacrimógeno de No Se Aceptan Devoluciones (Derbez, 2013),  el homenaje a Mauricio Garcés en Todas Mías(Bissner, 2012) o la comedia romántica a estrenarse el año próximo Cásese quien Pueda (Constandse, 2014) que, por el tráiler que he visto en los cines, parte de una premisa muy similar a la de El Inocente (González, 1956), con Martha Higareda como la inútil pirrurris que quiere comer “pollito rostizado” en mitad de la selva y que encontrará el verdadero amor y su sentido de la vida no con un mecánico barriobajero como lo hacía Silvia Pinal con Pedro Infante en el filme de 1956 sino, en este caso, con un gringo ecologista de ojitos azules.Todo esto viene a cuento porque Amor a Primera Visa (México, 2013), exitoso segundo largometraje de Pitipol Ybarra (El Cielo en Tu Mirada/2012 no vista por mí), sigue esta misma tendencia. De hecho, bien podría haberse llamado Gringuita Tenías que Ser (cf. Gitana Tenías que Ser/Baledón/1953), pues aquí Jaime Camil, en el papel de un auténtico mariachi –como Pedro Infante en la película de 1953- tiene que enamorar a una extranjera –gitana en 1953, gringa en el 2013-, quien descubrirá la verdadera cara de México a través de su folclor, su música y su gente. Tanto en la cinta de 1953 como en la de 2013 no falta la amiga de la dama joven ni, tampoco, el escudero chistosón del mariachi (Pedro de Aguillón con Pedrito; Omar Chaparro con Camil).Por supuesto, no estoy diciendo que Amor a Primera Visa sea un remake–aunque si lo fuera, no tendría por qué ser un problema-, pero sí es claro que abreva de una fórmula tradicional del cine mexicano de la época de oro -el mariachi que enamora a una extranjera-, con un agregado clave del siglo XXI: la gringa en cuestión (Laura Ramsey) es empleada de la embajada americana en México y conoce al susodicho mariachi Alejandro Fernández (sí: homónimo del Potrillo) cuando él, un sufrido y trabajador papá viudo, busca infructuosamente tramitar su visa para ir a dejar al gabacho a su hijita (Renata Ybarra), con el fin de que la críen los papás de su esposa fallecida.Tenemos, pues, todos los ingredientes necesarios: la extranjera conquistada por un brioso mariachi, el papá soltero que quiere lo mejor para su hijita, los obstáculos económicos que no faltan, la música tradicional mexicana, el escudero chistosón que no deja de soltar gracejadas cada vez que sale a cuadro y, por supuesto, la ruta bien conocida de una comedia romántica que no se sale del camino uno solo instante, ni siquiera en ese alargado final feliz.No tengo nada en contra de las fórmulas, siempre y cuando estas funcionen bien, sean ejecutadas de forma eficaz y el reparto esté a la altura. Vaya, no niego los encantos de cualquier comedia romántica convencional siempre y cuando esté bien realizada. No es este el caso de Amor a Primera Visa que, además de ser demasiado larga (¿110 minutos para esto?), presume una producción apenas funcional y un reparto secundario que está completamente desperdiciado –Stockard Channing y Tom Arnold-  o que es aprovechado apenas ocasionalmente –Chaparro y Roberto Sosa.En cuanto a los protagonistas, la señorita Ramsey me pareció desprovista de cualquier atractivo y Jaime Camil tiene una personalidad y unas dotes vocales de la cuales no tengo nada bueno qué decir. La verdad, yo sí me acuerdo de cómo eran los mariachis fílmicos de la época de oro.Eso sí, “haiga sido como haiga sido”, la cinta ha sido otro trancazo económico más: 79 millones de pesos en México, casi 6 millones de dólares en Estados Unidos, y la caja registradora sigue sonando. Lo dicho: la comedia y las fórmulas más conocidas de la Época de Oro regresaron por sus fueros en el cine nacional. Lástima que no regresaron con demasiada calidad que digamos. 

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