Anna Karenina: Amor Teatral

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Anna Karenina: Amor Teatral

Lo bonito de los dramas de época como Orgullo y Prejuicio, Sensatez y Sensibilidad, o ahora Anna Karenina, es que han sido historias que a través de los años no pierden su credibilidad, siguen ganando adeptos y además, siguen siendo la base para nuevas historias que siguen creando tanto en libros como en filmes.
Haciendo mancuerna nuevamente, el director Joe Wright y la actriz Keira Knightley, que también protagoniza los filmes mencionados màs arriba, traen a la vida este romance ruso de mediados-finales del siglo XIX, basado en la obra de León Tolstói, en donde Anna, casada con Aleksei Aleksandrovitch (un correcto pero desapercibido Jude Law),  viaja en una misión de "rescate" con su hermano Stiva, de su matrimonio con Ekaterina (a quien por cierto le quitan un poco de protagonismo en comparación con el libro), y ahí conoce a Vronsky (un plano Aaron Taylor-Johnson), y empezamos con un triángulo amoroso que habrá de resolverse, con su dosis de drama y escenas memorables.
La historia por si sola, es de esa clase de novelas a las que no debe modificarse gran cosa para mantener su interés. Y acertadamente, Wright decide darle un toque que la diferencie de las anteriores adaptaciones que se han hecho de la misma novela, y es que todo parece desarrollarse dentro de un mismo escenario, cual si de una obra de teatro se tratará, y ese escenario es el que conecta las locaciones, juega con los personajes, las tomas y nos transporta a la Rusia aristocrática, mientras sufrimos junto con Anna por el amor imposible y pasional y nos enfrentamos a las críticas de la sociedad por romper su matrimonio.
Ya desde el inicio, si no les gustan las historias rosas, no les gustara Anna Karenina. Pero no podrán negar que visualmente es de agradecerte que se tomen riesgos en un drama de época que después de tantas adaptaciones que se han hecho, tenga un sello único que le permita quedarse en la memoria de los que gustamos de historias que lo único que buscan es gustar por si mismas sin pretender llegar más allá de lo que realmente son: películas de amor.
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