Revista Cultura y Ocio

Árboles, de Rosa Campos Gómez

Publicado el 18 septiembre 2011 por Agora
Cuando los olores, sabores y colores se mezclan en un único espacio para regalarnos unos higos maduros, donde los sentidos recogen la esencia de unas manzanillas, cuando los registros variopintos desvelan realidades que en su conjunto dibujan una canción, quien sabe, una nana, una copla, un fragmento de la primavera de Vivaldi, o quizás el río Segura a su paso por el Cañón de Almadenes. La verdad, debe tratarse de experiencias que el tiempo difumina y Rosa hace recordar a través de texturas pictóricas, pero que al mismo tiempo quedan perpetuadas en soportes de siempre (papel de estraza, cartón, papel de algodón, lienzo, cerámicas, etc.), donde el tiempo y el lugar se funden para dejar la huella de aquellos recuerdos que por la sencillez e intensidad que desprendieron algún día, siguen patentes en la ESENCIA. Porque, aunque suene a nostalgia, así es la vida, así es la naturaleza y así es Rosa Campos Gómez.
Con estas escasas líneas previas, he intentado traducir el ambiente que podemos respirar en “árboles”, un clima retórico en el cuál percibí un claro ejemplo de sinestesia, donde el modo de plasmar la pintura (arrastrándola magistralmente con la espátula, con sutiles pinceladas o con medidas veladuras) desprende ese carácter tan sencillo que durante tantos años ha mostrado Rosa. Desde una figuración inventada, nos ha sorprendido plasmando en dibujos, collages, acuarelas y óleos, aquellas pequeñas experiencias y recuerdos de su vida que suele contar.
Como persona sensible que sabe apreciar las pequeñas y grandes cosas, lo cual queda patente en sus obras pictóricas y literarias, desnuda el alma para hacer que sintamos esa niñez y esas sensaciones en la huerta entre Cieza y Calasparra…, y además lo hace con una dignidad técnica y conceptual propia de artistas que saben hacia donde quieren llegar, porque en realidad eso es a lo que siempre ha aspirado Rosa: a llegar al otro a través de su arte, de su creaciones, ya sea poesía o pintura.
José Victor Villalba Gómez, pintor.
Árboles, de Rosa Campos Gómez
En “Árboles”, Rosa Campos (Calasparra, 1958) reúne un catálogo de obras de distinto formato donde combina varios materiales y técnicas (óleo, collage, acuarela, pastel, carboncillo e incluso cerámica). Salta a la vista con solo leer el nombre de la exposición que lo hecho es un homenaje. Y una pista. Una primera señal que indica claramente que no son ella ni sus emociones plasmadas en trazos quienes buscan el reconocimiento al exponerse ante los visitantes. El conjunto dista de ser un número de líneas o rayas de colores colgadas de las paredes a modo del mejor revisionismo del pintor en un momento dado. Deja la autora asomar un primer tono de recriminación sosegada, el discreto toque de atención a la conciencia individual.
La segunda y más clara manifestación que sirve para averiguar que aquello que Rosa nos quiere transmitir, no se encuentra en el primer impacto del sentido de la vista, responde a lo ligeramente abocetado del conjunto. Se aleja, de un modo humilde y voluntario, de obsequiar solo con el detalle de la técnica para otorgar el total protagonismo al mensaje global de la exposición, al homenaje, a aquello que el visitante ha de descubrir. Mantiene la distancia justa para que el espectador no caiga en la trampa de analizar lo que para la autora aquí, como en el bosque, es superfluo y prescindible. Como cuando una hoja cae de un árbol. Es una trayectoria sencilla, sin adornos, de arriba abajo, el origen de la renovación, la muerte que da vida, si es que la dejan. La denuncia encubierta que Rosa hace con “Árboles” se aprecia en la hoja que cae de la rama, la planta que vive y cuida de tu casa, el higo que te adorna la cocina y que te alimenta, la moledora de café... que muele café y nada más que café. Un infinito venido a menos. Viviente. Anhelante de ser cuidado con hechos sencillos y naturales. Y que muere. Como la hoja que cae. El ciclo infinito de renovación que hacemos más penoso cada día con nuestros actos plagados de avaricia donde nosotros, los amos del mundo, los prisioneros del sentido de la vista, vemos solamente el camino trazado en la cuadrícula y no el que nos indica quien nos da la vida y de quien, claramente, dependemos. Como pone de manifiesto la obra que anuncia la exposición. Los caminos que ésta nos propone están claramente delimitados, y he ahí una de las claves de este primer cuadro: ¿qué hacer si no se transita por la vía natural y se quiere avanzar sin retroceder?, ¿qué nos llevamos por delante si nos obstinamos en seguir el itinerario equivocado? Una exposición que nos invita a una profunda reflexión.
Juan Antonio Piñera, escritor
Árboles, de Rosa Campos GómezUn pintor y un escritor, amigos de la autora, y de la asociación La Sierpe y el Laúd, nos comentan la exposición "Árboles", una experiencia que nos agradará repetir en el futuro con otras exposiciones de quienes llamamos "Nuestra gente", quienes forman parte de los autores y autoras que han escrito o han dibujado las portadas de Ágora, papeles de arte gramático

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