El fútbol argentino consiguió superar el año pasado al brasileño como exportador número de futbolistas en Sudamérica hacia las ligas europeas y árabes, según revela un informe de la consultora de marketing deportivo Euroamericas. 1716 es la cifra de futbolistas que la Argentina vendió en 2009 hacia esos rumbos, mientras que de Brasil partieron 1443. El 81,4% tuvo destino europeo, mientras que el resto fue a los millonarios campeonatos de Arabia y Emiratos Árabes. Desde que la Ley Bosman entró en vigencia, allá por 1995, el número de ventas de jugadores argentinos al exterior creció un 789%.
En esos números está una de las respuestas del porqué tenemos un torneo que cada vez se devalúa más y entrega partidos carentes de atracción, con equipos y jugadores mediocres, que tardan en ensamblarse y cuando lo consiguen llega el momento del desarme impiadoso que arrasa con lo poco bueno que se genera. Un círculo que recorre siempre el mismo camino. Los clubes argentinos se hicieron dependientes de manera exclusiva de los euros para subsistir y tapar los baches de sus pésimas políticas. Algunos tienen más urgencias que otros por vender. El antiguo pago por los derechos de TV servía de poco y nada, y la nueva inyección de billetes del Gobierno, por ahora, no demostró algún cambio en la tendencia de ventas vertiginosas.
En los últimos tiempos también se sumó el factor de ventas inmediatas de juveniles con menos de un año en Primera División y los que ni siquiera debutan y parten directamente desde Inferiores, dejando a los clubes con apenas miserias en las cuentas. Al caso paradigmático de Lionel Messi (más allá del componente de la historia de su tratamiento), se le van sumando las apariciones de nuevos chicos, como Ezequiel Schelotto en el Cesena (en Banfield no están nada felices). “En los últimos cinco años, la mayoría de los transferidos no llegó siquiera a la Primera División argentina. Son menores de edad salidos de las categorías base”, refleja el informe.
Ramón Maddoni, responsable del fútbol infantil y famoso por haber descubierto joyas como Tevez, Gago, Cambiasso o Sorín, le explicó a la BBC: “Muchos jugadores que dirigí jugaron una o dos temporadas antes de emigrar, eso los ayudó a poder destacarse después en ligas exigentes como la española o la inglesa. No se puede vender a un jugador antes de que conozca su propio fútbol”
La franja de edad intermedia entre los juveniles de 18 años y los veteranos de más de 30 años que regresan para firmar sus últimas batallas, está en el exterior. Es decir, los jugadores que están en una edad ideal, con experiencia, talento y frescura física, es casi nula en nuestro fútbol. Además de repercutir en la calidad de nuestro campeonato, esta sangría acelerada también puede llegar a repercutir en nuestra Selección argentina, dado que muchos chicos queman etapas llegando de paseo a Primera y pegando automáticamente el salto a Europa antes de completar su aprendizaje y formación; eso nunca puede ser positivo y las pruebas están en las actuaciones de los últimos equipos juveniles.
Somos los exportadores número uno, le ganamos a Brasil, pero es una victoria que no deja demasiado para celebrar. Sólo más preocupaciones y certezas de la involución del fútbol argentino y la merma de su brillantez.
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