Revista Cocina
La verdad es que no estaba pensando en preparar una receta dulce para esta semana, pero hacia varios días que venía observando cómo los restos de un paquete de cereales sin azúcar (copos de maíz, maíz inflado y arroz inflado con algunas pasas de uvas) se paseaban de un lado a otro de la despensa porque – al no ser dulces – nadie moría por incluirlos en algún desayuno, combinarlos con yogurt o comerlos como snacks… Pues bien, como me daban pena los pobres, aquí estoy proponiéndoles preparar algo verdaderamente rico con ese restito de cereales (que nadie quiere terminar o que resultaron un fiasco a la hora de probarlos) que nadie se pelea por comer, y hasta el perro los mira con mala cara cada vez que le ofrecemos. Con esta propuesta quedarán revitalizados: vestidos con ropa nueva, de gala y hasta pondrán de lujo una sobremesa, el cafecito con amigos o el gustito/pecadito que tengamos ganas de darnos. En un rato solamente, los transformaremos en su versión más distinguida con faldas de colores y todo (y sin mucho esfuerzo, que es lo que cuenta).Para preparar unos 35 bombones (la cantidad dependerá mucho del tamaño que les den; a no ser tacaños y hacerlos bien regordetes y fortachones) necesitarán las medidas de ingredientes que, a continuación, les paso. Claro está que si quieren hacer más número para llevar a una reunión, regalar o agasajar a alguien, sólo es cuestión de doblar las cantidades y asunto resuelto.
Ingredientes:50 gramos de copos de maíz, maíz inflado, arroz inflado y pasas de uva (o el conjunto de cereales que les guste o dispongan en sus hogares). Eso sí, SIN AZÚCAR.150 gramos de avena arrollada (puede ser fina o medio fina).50 gramos de nueces (puede ser otro o varios frutos secos) picadas de manera grosera.80 gramos de azúcar integral.4 cucharadas copetonas de miel (orgánica, mucho mejor).50 gramos de manteca (pueden remplazarse perfectamente por 6 cucharadas de aceite neutro).En una cacerola, mezclá el azúcar integral con la miel y la manteca (o el aceite). Colocala sobre el fuego en mínimo para que los ingredientes se vayan derritiendo e integrando. Dejá que se cocinen por 1 minuto, una vez que rompa el hervor, y cuidá mucho para que no se quemen. En ese momento, añadí la avena y, con cuchara de madera, incorporala a la preparación. Luego, hacé lo mismo con los cereales y las nueces (o los frutos secos). Integrá muy bien la mezcla que te quedará de un color acaramelado encantador.
Cubrí la mesa de trabajo con papel manteca o papel aluminio. Sobre él colocá pequeñas porciones de la preparación. Una vez que se enfríen, podrás moldearlas con las manos para darles forma de esfera perfecta (si sos una obsesiva de los detalles) o dejarlas más rústicas (yo elegí esta versión para que se notara su textura; no es que no sea obsesiva...). En este punto, podemos tomar dos caminos: dejar los bombones así (sin cobertura, más naturales y algo menos engordantes) o bañarlos con chocolate semiamargo que le aporta un rico contraste al dulzor interior. Eso se los dejo a su criterio. De hecho, yo preparé algunos bañados y otros al natural.
Para la versión bañados en chocolate: Derretí unos 300 gramos de chocolate cobertura semiamargo. Con él, bañá los bomboncitos por encima o sumergilos en un reconfortante baño de chocolate y dejalos secar nuevamente sobre el papel.
Por último, una vez secos y fríos, colocalos en pirotines coquetos. Así, aquellos cereales desabridos y parias se convertirán en distinguidísimos bombones dignos de servirse con el café, para agasajar a las visitas, lucirse con las amigas que le escapan a la cocina como si se tratarse del mismísimo demonio o dejar a tu suegra boquiabierta.
Para conservarlos por algunos días (si lo logran, me avisan por favor porque en casa se abalanzaron sobre el plato y no quedaron ni las migas) guardalos en un recipiente hermético, en lugar seco, fresco y sin luz directa.
¡A disfrutarlos! ¡Hasta la semana próxima!