Brad Pitt va a producir la adaptación de la novela IBM and the Holocaust de Edwin Black, y se dice que también podría protagonizarla.
IBM y el Holocausto, título en nuestro país, cuenta lo siguiente:
Es la sorprendente historia de la alianza de IBM con la Alemania nazi, que comenzó en 1933 apenas Hitler subió al poder y continuó hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial.
Cuando el Tercer Reich se embarcó en su plan de conquista y genocidio, IBM y sus subsidiarias ayudaron a crear tecnologías que posibilitaron programas de identificación y clasificación desconocidos hasta ese momento.
Sólo después de haber identificado a los judíos -una tarea monumental y compleja que Hitler quería terminada de inmediato-, se podía lograr una eficiente confiscación de bienes, reclusión en ghettos, deportación, explotación laboral y, en última instancia, aniquilación. Era un trabajo de cruce de datos y un desafío de organización tan colosal que exigía una computadora. Por supuesto, en los años 30, las computadoras no existían.
Pero la tecnología de las tarjetas perforadas de Hollerith sí existía. Con la ayuda de estos sistemas adaptados a la medida de sus necesidades, Hitler pudo automatizar la persecución de los judíos. Los historiadores han manifestado siempre su sorpresa ante la velocidad y la precisión con que los nazis fueron capaces de identificar y localizar a los judíos europeos. El hecho es que se usó ña tecnología de IBM para organizar desde la identificación de los judíos a través de censos, registros y programas de rastreo de antepasados, hasta el manejo de los ferrocarriles y la organización del trabajo de esclavos en los campos de concentración.
IBM y su suddiaria alemana diseñaron uno a uno los complejos procedimientos, anticipándose a las necesidades del Reich. IBM no se limitó a vender las máquinas, sino que facilitó una amplia colaboración y ayuda técnica, convirtiéndose en el único proveedor de los millones de tarjetas perforadas que Hitler necesitaba.
IBM y el Holocausto lo guiará por la laberíntica relación de la empresa con el Tercer Reich: los acuerdos orales, las cartas sin fecha y los intermediarios en Ginebra: todo lo que se llevó a cabo mientras los periódicos llenaban sus páginas con historias de persecución y destrucción.