Los chilenos que llegan a Santiago de una de las cosas que se sorprenden es que la gente acá siempre anda apurada, como enojada y no se saluda. "Es que la ciudad es tan grande que hay gente que es posible que nunca más se vea" dicen.
Puede ser por eso que no es comun decir "Buenos días" en un radio más cercano a una cuadra de la casa, en mi caso llega sólo hasta los habitantes del edificio, más lejos no lo hago.
Hace bien saludar, es parte de sentirse bien y saber que estamos todos en la misma idea, tratar de estar mejor, aunque es cierto que saludar a tanta gente serìa en parte saturante, sobre todo si trabajas en el centro de la ciudad, que fàcil en un dìa se ven màs de mil personas.
En nuestro caso después del terremoto nos dimos cuenta que era importante saber quien vivía al lado de la casa, en mi caso yo conozco màs a los vecinos que viven sobre y bajo mi departamento, principalmente porque hemos tenido problemas de filtraciones... pero pese a los inconvenientes aún seguimos saludándonos y diciendo màs palabras después del Buenos dìas...
Japón ha cambiado después de la guerra, la influencia occidental está penetrando lentamente por debajo de las puertas para quedarse. Mientras los hermanos Hayashi Minoru (Kôji Shitara) e Isamu (Masahiko Shimazu) camino a la escuela van haciendo una competencia de pedos, la vida de las dueñas de casa en el nuevo suburbio japonés tiene todo ese ingrediente normal de las casas cercanas... todos los rumores parten porque la vicepresidenta de la comunidad la señora Haraguchi (Haruko Sugimura) se compró una lavadora, al mismo tiempo que anda diciendo que no le han pagado las cuotas de los gastos comunes. Demasiada coincidencia, así entre vecinas los chismes se van y vienen todos los dìas... que la otra vecina anda todo el dìa con pijama, que fue una bailarina de cabaret, entre otras cosas.
Pero a los niños no les importa que la vecina ande vestida para dormir todo el día, ellos van a siempre a visitarla... en realidad más que a ella a su televisor, el único del barrio, donde pueden ver las luchas de sumo. Los televisores atraerán idiotas se pensaba en esa época, una afirmación que no se puede negar del todo... sobre todo al mirar la televisión abierta de estos tiempos... pero la necesidad ya está instalada los hermanos quieren una, pero los padres no quieren ese instrumento de la modernidad. Como modo de presión para la compra hacen un voto de silencio, mientras se alimentan con piedra pomez, para mejorar su técnicas en el arte de la "ventosidad". Así de cotidianos son los momentos que se pueden vivir en una comunidad del suburbio tokiota de los años sesenta.
El siglo XX además de sangriento fue lentamente provocando una homogeneizaciòn de elementos culturales. El cine se encargó de esparcir modos de vida y costumbres por lo continentes. Sin embargo existen elementos comunes que han estado presentes en forma intrínseca en nuestras vidas, los chismes y la inocencia de la infancia, van más allá de lo que Marshall McLuhan llamaría Aldea global. El mundo niño y el mundo adulto parecen dos riberas del río de la vida, no se comprenden una con otra, pese a que los adultos fuimos niños que estuvieron en frente, el cruce muchas veces hace olvidar que los problemas de los niños son tan graves como los de los adultos, que el sueño de una televisiòn es tán inmenso como el de tener un gran trabajo cuando adultos... las lágrimas son iguales no importa el motivo... al mismo tiempo una sonrisa es igual de valiosa en la cara que estè. Yasujiro Ozu tuvo la gracia siempre de captar el cambio de sociedad en Tokio, fue un testigo de cámara inmovil, de lo que se venía en el país asiático, así es la gente que sabe estar en ambos lados del río de la vida.
Saludos a todos.
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Ohayo en Wikipedia
4.- Trailer