Revista Vino
Carlos Alonso es uno de los mejores ejemplos de productor NO (definición acuñada por el gran Rafa Bernabé): no hace nada, en el campo o en la bodega, que favorezca el vigor productivo de la cepa o que enmascare los aromas y sabores de sus uvas. No labra, no ara, no hace poda en verde, no aclarea, no abona, no riega, no clarifica, no estabiliza, no filtra, no abrillanta, no sulfita. Nada, es decir, NO. Sus cepas son lo más parecido a un estadio inicial de adaptación de la uitis siluestris a la uitis uinifera que me haya sido dado conocer en España. Y sus vinos saben de otra manera, sin duda alguna. Sus mostos puros, nacidos de suelos vírgenes e íntegros, de gran acidez, áridos y con pizarra, en cierta altura y con buenas exposiciones al sol y a los vientos, fermentan en tinos de cerámica vidriada que él mismo construyó en el interior de la bodega. Lo que pretendía no pasaba por la puerta y él se ganaba la vida arreglando casas: la piedra y la obra son, también, cosa suya, y él hizo sus depósitos. Por supuesto, fermentan con las levaduras que traen del viñedo. De la fermentación alcohólica parcial, con azúcar todavía por convertir en alcohol, pasan a botellas de cava recicladas, donde terminarán esa fermentación. Método ancestral, sin más. Un método que encaja con el carácter de Carlos y con la mejor expresión de sus uvas. Primer tapón, crianza en botella (este vino jamás toca la madera y cuanto aroma terciario desarrolla es por el trabajo que las lías siguen haciendo en botella), reposo. Degüelle en “frío” (esto quiere decir: neverita junto al lavamanos donde degüella y punto) y relleno de la botella con exactamente el mismo vino base. Envejecimiento en rima apelotonada (nuevo concepto que conocimos en la bodega con el ángel que me guió). El tiempo que haga falta, aunque no menos de doce meses. De aquí para adelante, lo que el mercado le pida. Un aviso al “mercado”: el mercado tiene que ir a Carlos porque Carlos no va al mercado. Su espumoso ancestral se vende en Carriel dels Vilars (Espolla). Y punto. Y os aseguro que la excursión merece mucho la pena. Aunque si uno no puede llegar... (leed más abajo).
Cuanto acabo de describir produce un vino espumoso natural (en las analíticas de los dos últimos años, este tipo de trabajo da, ya directamente, 0 sulfitos, tal y como se lee) que es una de las expresiones más genuinas, puras, ricas, poderosas y complejas de esta parte de paraíso que se llama Alt Empordà. En sólo 2,5 Ha. No hay más... Macabeo, xarel.lo, parellada, garnacha tinta y garnacha blanca para su rosado; y las mismas variedades, sin la garnacha tinta, para su blanco espumoso. Éste último, brut nature del que probamos una botella del 2011 (14,7%) a finales de abril de 2013, me pareció excepcional, salvaje, vegetal, con final amargoso, el vivo aroma de la levadura prensada y con una frescura y viveza que le auguran largos años de vida. Los que sigue mostrando su 2001, del que tuve la enorme suerte de beber también una botella. Los águilas de la Guía Peñín le dieron 93 puntos en su momento y Roger Viusà (somelier reputadísimo a nivel mundial y que tiene uno de los bistrós más interesantes de Catalunya y, me atrevo a decir, de España, en Plaça del Vi, 7, de Girona) dedicó grandes palabras de elogio a este 2001. Y lo tiene en su carta. Apunté una sola palabra en mi libreta (con perdón): “Collons!” Ni traduzco. Un vino espumoso ("xampany" para Carlos) del 2001 que ha llegado al 2013 en perfecto estado, con una alma de vino dulce (una residual de azúcar tenía, a lo Mark Angeli, vamos, y su Rosé d’un Jour) y un corazón seco. Sonaba casi a Sekt hecho con un Auslese. Miel, romero, tomillo, avellanas, orejones de albaricoque, flor de manzanilla seca, retama. Impresionante. No se quedó atrás el Rosado espumoso del 2007 (esta bodega, que pasa de DOs y se ofrece como vino de mesa por constricción administrativa, sólo produce espumosos de añada), también con un mínimo azúcar natural que le convierte en Brut, vinoso y con gran carácter, con aromas del fruto del madroño y del bosque en plena primavera. Carriel dels Vilars (que también hace un vino tranquilo de garnacha, cabernet sauvignon, syrah y cariñena, en un 2007 que se deja beber muy y muy bien) es la pequeña bodega de un hombre grande, Carlos Alonso, indómito y fuerte aunque su espalda empiece a doblarse tras tanto exceso, generoso, con criterio e ideas claras. Merecería que todo el mundo que aprecia un vino con buena burbuja pegado a un territorio le conociera y bebiera. Sin más y de veras.
Esta foto es del vaciado de un petroglifo grabado en una roca de la finca de Carlos. Carlos ha ayudado mucho en la recuperación de menhires y dólmenes. Y en el trabajo con los arqueólogos prehistoriadores, descubrió esa imagen grabada en una roca, al aire libre. Le dicen que se trata de una imagen ginecomórfica, de mujer preñada que representaría a la Madre Tierra, a Gea, en su fecundidad. Es una imagen bien conocida en Europa y creo que tiene poco que ver con lo que la nuestra muestra. Más bien creo que se trata de una persona o de un animal en acción, corriendo. Miren la fotografía inferior del enlace y comparen. Es el nuevo símbolo de Carriel dels Vilars, su icono y logo, y a mí me gusta pensar que se trata de alguien en permanente movimiento, en acción y atento. Como Carlos. En la misma tierra, pero unos miles de años atrás.