Revista Cultura y Ocio

Carrusel en la niebla

Publicado el 29 enero 2015 por Diego Diego F Ospina @DiegO_OzpY

Y desperté, estaba en medio de un campo cobrizo, sentía un agudo dolor de cabeza y un horrendo sabor amargo en el paladar, también estaba esa pequeña comezón sin razón en la palma de la mano izquierda. Me fije en el paisaje desolado, era un llano gris y devastado, no habían elevaciones de ningún tipo a la vista, excepto las largas vigas de metal oxidado que surgían de las entrañas de la polvorienta superficie, largos filamentos férricos que eran como las costillas de un cadáver.
Cuando logre levantarme vi aquella parte del paisaje que había pasado inadvertida a mis ojos, aparecía ahora una estructura que no estaba, aunque recuerdo haberme fijado en cada punto cardinal y no haber notado nada relevante salvo mi completa desorientación, ahora se ubicaba de la nada un carrusel de colores opacos, rojo, verde y amarillo. Y su pequeña carpa se alzaba ante mí, como el testigo mudo de un tiempo pasado, como una basílica mayor de otro mundo y otros dioses, más yo me sentí alegre, feliz de encontrar algo y no más bien nada, afortunado de no estar muerto.
Camine torpemente hacia el carrusel, intentando evitar a toda costa cortarme con las puntas afiladas de aquellos metales que nacían en la árida tierra, y mientras recorría lentamente el espacio, me asemejaba más a un penitente que a un hombre.
Lo era en efecto, un bello carrusel que antaño debió ser una joya. Sus caballos, sus ponys, esas diminutas bestias plásticas que posaban sobre mí esos ojos negros y serenos, ojos que buscan culpa en el alma y pecado en el corpiño, ojos que parecen haber visto las eternidades perecer. Ahora yo vago aquí agotando mí tiempo.
Tras de mi los metales que antes surgían de la tierra se retuercen en formas y modos difícilmente explicables, de ellos ahora surgen ramificaciones hojalatescas, de esta tierra negra como la soledad, de los campos cobrizos de oxidado metal solo nace el vacío. Y pensando al óxido y al metal, me doy cuenta que llevo tanto tiempo aquí, vagando, pensando, recordando y huyendo, llevo tanto tiempo aquí que hasta el metal echó raíces y ramas, tanto tiempo que me pregunto si esta no es mi alma perdida en alguno de los purgatorios o la semilla perdida del sueño de otro.

Carrusel en la niebla

Imagen de portada ©2008-2015 territoires


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