Realizar la cata vertical de un rosado puede parecer a priori un despropósito, ya que la misma concepción del vino en sí lo predetermina a un consumo inmediato o como mucho circunscrito a la aparición en el mercado de la siguiente añada. Quizá por conocer de primera mano tanto al vino como a su creador Sebastien Boudón y pese a desoír sus propias sugerencias de “consumo preferente”, se organizó esta cata del vino de la bodega Heretat de Cesilia (Novelda. Alicante), el CESILIA ROSÉ, contando con las añadas desde el 2.006 al 2.011, donde descubrimos la vida que puede tener por delante un rosado elaborado al método francés (maceraciones cortas y prensado en frío y fermentación del 50% del vino en barrica de roble).
Tenía poca esperanza en las primeras añadas, quizá influenciados por ese concepto hispánico del vino rosado, pero sin embargo esta experiencia nos hizo “resetear” nuestro disco duro y entender que en este peculiar tipo de vinificación, la añada cuenta pero no para peor, sino para aportar muchísimas virtudes a un vino que en teoría no debería durar vivo más de dos o tres años.