Noticia destacada de la semana tomada de SINC 04/08/2014
Un equipo liderado por la investigadora española Aida Gómez-Robles, del departamento de antropología de la Universidad George Washington (EE UU) ha publicado en la revista Nature Communications un artículo que plantea que el cerebro de chimpancés y humanos es especialmente flexible debido a la independencia relativa de sus distintas áreas.
Un estudio, cuyos resultados se basan en análisis cuantitativo de la forma de casi 200 cerebros de chimpancés y de otros tantos cerebros humanos estudiados a través de resonancias magnéticas estructurales, asegura que la independencia relativa de distintas regiones del cerebro en humanos y chimpancés puede haber hecho que este órgano en ambas especies sea especialmente propenso a responder a determinadas presiones selectivas.
Estas interacciones estructurales son las que tienen una mayor influencia en la evolución cerebral de chimpancés y humanos. / CENIEH.
Esto habría dado lugar a un patrón de evolución en mosaico, por el que distintas adaptaciones cerebrales han aparecido en distintos momentos de nuestra historia evolutiva.
A pesar de la complejidad funcional del cerebro humano, los factores más importantes que determinan su variación son simplemente las interacciones entre regiones adyacentes, que varían de manera coordinada.
Por el contrario, las partes que están separadas conservan la capacidad de evolucionar de manera independiente de otras regiones.
“Este patrón de variación es sorprendentemente similar al observado en chimpancés a pesar de las claras diferencias cognitivas y comportamentales entre las dos especies”, afirma Gómez-Robles.
Factores de evolución cerebral
Nuestro cerebro es un órgano extraordinariamente complejo, cuya variación y evolución está determinada por interacciones igualmente complejas entre distintos factores. No todas las regiones del cerebro se desarrollan en el mismo momento ni a partir de los mismos precursores, de forma que las regiones con un origen común han de ejercer una influencia mutua.
Además, nuestro cerebro controla multitud de funciones diferentes, de modo que regiones que están implicadas en la misma función deben evolucionar de manera coordinada para no comprometer dicha función.
Finalmente, la propia anatomía del cerebro tiene un importante efecto en su variación y evolución, ya que ciertas interacciones estructurales pueden limitar o facilitar los cambios cerebrales. Estas interacciones estructurales son las que tienen una mayor influencia en la evolución cerebral de chimpancés y humanos.
Los resultados de este trabajo indican que nuestro cerebro es capaz de responder de manera flexible a determinadas presiones selectivas.
Sin embargo, la identificación de esos factores selectivos y de los cambios anatómicos que están ligados a ellos exige un entendimiento mucho más profundo de la relación que existe entre la variación anatómica del cerebro y nuestro comportamiento, “aspectos a los que ni la antropología ni la neurobiología han podido dar aún explicaciones completas”, concluye Gómez-Robles.
Fuente: SINC, publicación del día 04/08/2014.