Nuestro último día de vacaciones de 2014 lo quisimos gastar para ir hasta San Lorenzo de El Escorial al Restaurante El Charolés, de donde dicen en cocidomadrileño.com que sirven el mejor cocido madrileño. Era imprescindible ir un día de vacaciones, ya que este plato solo lo elaboran los lunes, miércoles y viernes.
De entrada, nos imaginábamos un local tipo taberna, como los que suelen servir estos platos, pero no, el local es tradicional, pero tirando a elegante (tipo antiguo) que impone un poco cuando entras con un niño de 3 años.
Cuando reservamos habíamos avisado que tomaríamos cocido (así lo requieren), así que no tuvimos ni opción a mirar la carta. Nos sentamos, nos preguntaron por las bebidas, un agua y una copa de tinto reserva (que costaba 5,2€) y ya empezaron a traer platos: un primer plato al centro con las cebolletas y guindillas y nos sirven una patata cocida y un chorizo a cada uno. Nos indican que este es el punto de inicio del cocido, como se da orden a la cocina de que tienen que empezar a preparar la sopa. La idea es relativamente buena, ya que así vamos comiendo algo mientras se prepara la sopa para que el fideo quede en su punto. El contra, es que inevitablemente, te comes la patata y el chorizo (acompañado de una buena ración de pan "de libreta" que ya nos han servido) y se llena el estómago innecesariamente, ya que la patata y el chorizo volverán de nuevo a la mesa con los garbanzos.
Una vez preparada la sopa (con abundantes fideos aunque un poco baja de sabor, tal vez por el triple desgrase que le hacen), nos la traen servida, y nos dejan la sopera al lado, para que repitamos cuanto queramos. Yo, inocente de mí, cometí el error de repetir, dejando aún menos hueco para los garbanzos y las carnes.
Y después de la sopa, los garbanzos con patata y zanahoria, grelos y repollo que nos sirven en el plato y un gran número de bandejas con piezas generosas de todo tipo de carnes: jamón, costilla, morcillo, tocino de dos tipos, gallina, chorizo y tuétano y bolas de relleno (huevos, pan rallado, ajo y perejil que se ha cocinado con el resto del cocido). Y para acompañar los garbanzos, una rica salsa de tomate con comino, o la opción de aderezarlos con un aceite de oliva, que según oimos comentaban a nuestros "vecinos" de mesa, aún no estaba comercializado y era regalo del Duque de Alba para Charolés.
Después del cocido, cuando nos debatíamos en si postre o no, todavía nos faltaba un plato, las "Berujas", que según indican, ayudan a hacer la digestión. Son unas plantas que se crecen a las orillas de los ríos, y sirven en ensalada, con tomate y granada y dan a elegir con o sin ajo.
Dentro de nuestra experiencia en cocidos en nuestro ranking, lo pondríamos en cantidad, en segundo lugar y en calidad, entre el segundo y tercer lugar. El garbanzo estaba muy bueno, con sabor y con su punto justo y de las carnes algunas, como el morcillo, la costilla, el tuétano y el tocino, espectaculares.
No obstante, debemos indicar que nuestra experiencia con el servicio fue decepcionante. Habíamos llegado a las 2 y a las 2:20 nos estaban sirviendo los garbanzos. Aún así, no salimos hasta casi las 4, sin tomar postre, estando casi 45 minutos sentados, sin que nadie nos hiciera ni caso y antes habíamos estado casi 20 minutos desde que habíamos acabado los garbanzos y nos trajeron las berujas. Para poder irnos, tuve que levantarme directamente y dirigirme yo al camarero a pedir la cuenta... Con ese plan, obviamente, declinamos la opción de tomar postre (ojo a los precios, entre 8,50 y 10 € cada uno). Mientras tanto, en la mesa de al lado, tenían la suerte de contar con la presencia de Manolo Míguez, alias Manolo Charolés, atendiéndoles y contándole anécdotas de continuo, y nosotros mirando al infinito, con el niño aburridísimo y aún así portándose divinamente... Son ese tipo de casos en los que hubiéramos deseado que hubiera montado el espectáculo a ver si así se acordaban de que estábamos allí. Eso sí, para ¿compensar? nos regalaron un calendario.
Al final, la cuenta, con agua, una vaso de vino y una café, sin postre, salió por 70 €. Es un clásico y el cocido es impresionante aunque caro (29 euros) pero, sinceramente, la relación calidad-precio-distancia, la necesidad de disponer de un día libre entre semana y el disgusto con el que salimos con el servicio, no tengo del todo claro que compense.