“Cuando camines, camina. Cuando comas, come”
Comes.
¿Para qué?
Para adelgazar, para ganar músculo, para drenar líquidos, para rendir.
Te mueves.
¿Para qué?
Para estar más guapo, para mejorar tus marcas, para quemar calorías, para que crezcan tus bíceps.
Meditas.
¿Para qué?
Para desarrollar tu atención, para relajarte, para ser más productivo, para mejorar tu carácter.
¿Y si comes, te mueves y meditas sin objetivos?
Por supuesto, escoges una dirección, la coherencia, la conciencia. Al mismo tiempo sueltas las metas, el control, las expectativas.
¿Y si dejas que cada acción cumpla su función presente?
Comes. Alimentas tu cuerpo como se merece, aquí y ahora.
Te mueves. Das sentido al potencial de movimiento de tu cuerpo, aquí y ahora.
Meditas. Respiras, observas y atiendes, sin aferrarte, aquí y ahora.
Es imposible que comer, moverse y meditar de esta manera te depare algo malo o perjudicial en el futuro.
Aceptas lo que es. Ya no fuerzas lo que debería ser. Te olvidas de lo que será.
La insatisfacción de tener objetivos se desvanece.
Estableces un rumbo, el de vivir en presencia, coherencia natural y conciencia plena.
El resto son consecuencias.
Maravillosas.