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Crónica Gijón 2011: Luces rojas

Publicado el 21 noviembre 2011 por Fimin

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Este año Gijón tiene su barrio rojo particular. Hoy toca hablar del burdel "L'Apollonide," el miércoles será hora de hacerlo de las prostitutas de "Whore's Glory" en el nuevo film de Michael Glawogger. El polémico Bertrand Bonello se colaba en la Sección Oficial de Cannes aspirando a repetir la controversia de "Le pornographer" y "De la guerre" con un drama histórico que transcurre en un burdel parisino del siglo XX. Para nuestra sorpresa, "L'Apollonide" no lograba ganarse su clientela en La Croisette por más que haya cautivado a la de Gijón. Sin duda, estamos ante uno de los grandes títulos del FicXixón.

¿De qué va?

En el París de finales del XIX, L'Apollonide es la “casa de tolerancia” más exquisita de la ciudad. Un grupo de bellas mujeres, seleccionadas con el cuidado de un coleccionista, ataviadas con los más elegantes trajes y perfumadas con las más exóticas fragancias, iniciadas en el arte de amar y complacer a los clientes de postín que cada noche acuden a sus cálidas y oscuras estancias, en las que todo está permitido. Un lugar intoxicante e irreal, claustrofóbico. Desde las que apenas empiezan, hasta las más experimentadas -y con menos posibilidades de abandonar esa vida-, pasando por las más solicitadas o las que viven inesperadas desgracias. Entre el lujo y la lascivia decadentes, y los fuertes lazos de hermandad que crean entre sí las prostitutas, pasan las noches y los días de L'Apollonide.

¿Quién está detrás?

"Le Pornographer" le valió el Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 2001 y "Tiresia" fue nominada en el 2003. Su trabajo se asocia a menudo al New French Extremity, es decir, cine extremo no recomendable para todos los públicos. En el caso de "L'Apollonide," cine extremo recomendado para todos los cinéfilos.

¿Quién sale?

La musa de la magistral  "Cuscús," Hafsia Herzi, se une a unas desconocidas pero cautivadoras Céline Sallette y Noemie Lvovsky. Entre sus clientes, los principales representantes del cine de autor francés contemporáneo, entre ellos Xavier Beauvois o el propio Bertrand Bonello.

Crónica Gijón 2011: Luces rojas

¿Qué ofrece?

En pocas palabras, una de las mejores películas del festival. No hay discurso, no hay homenaje ni tampoco denuncia. Lo que si que hay es un retrato lleno de contrastes, de esencia poética y de un omnipresente lirismo. Su principal motor, una prostitua con una cicatriz en el rostro que le dibuja una sonrisa trágica. En torno a la mujer que (supuestamente) ríe, se organiza la vida de las otras chicas, sus rivalidades, sus miedos, sus alegrías, sus penas... No sabemos nada del mundo exterior porque la casa está cerrada, pero en el interior de esas paredes todo es posible. Son prisioneras a la luz del sol, libres a la luz de la luna. Así es, el único momento en el que pueden llegar a senitirse vivas es curiosamente en el momento que se relacionan con sus clientes, algo de lo que quieren escapar pero sin embargo no pueden. Lo suyo es deambular empapadas por el letargo opiáceo y el halo decadente que se respira en un burdel que sin embargo emana clase, elegancia y cortesía atendiendo a artistas y 'forrados' de la época. Su caracter nihilista, sus pinceladas anacronicas (con momentos musicales que permaneceran eternamente en mi retina) su poderío sensorial y su ambigua esencia (tan degradante como glamourosa) hacen del film de Bertrand Bonello una incomparable experiencia cinematográfica. Estáis todos invitados a pasar una noche (para muchos inolvidable) en "L'Apollonide."

Crónica Gijón 2011: Luces rojas


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