Revista Cine

+ DE 1001 FILMS: 1074 - The lodger

Publicado el 08 noviembre 2010 por Alfonso

+ DE 1001 FILMS: 1074 - The lodgerEl hamburgués Hans Julius Brahm, John Brahm tras escapar del nacionalsocialismo y abrirse paso en Hollywood, tuvo el honor de ser el primero en llevar a Jack the Ripper a las pantalla: The lodger (Jack, el Destripador, 1944). Si bien se rodaron un par de títulos anteriores que convertían los misteriosos asesinatos de cinco prostitutas del miserable barrio de Whitechappel en el centro de sus tramas, relativos éxitos de Alfred Hitchock: su silente The lodger: A story of the London fog (El enemigo de las rubias, 1927), y Maurice Elvey: The phantom fiend (El vengador, 1932), y pese a que las tres tomaban por inspiración el relato Un huésped excéntrico, de Marie Belloc Lowndes, las dos más antiguas trasladaban la acción a su tiempo, situando al asesino fuera de época, finales del XIX. Y además del orgullo de haber puesto en imágenes el melodrama victoriano, las andanzas del diestro del bisturí y el escalpelo, tiene el de haber creado un Jack todavía no superado, una rotunda obra maestra muy del gusto de quien le gusta disfrutar de un buen titulo a oscuras y sin compañía, sabiendo que es un placer muy privado que conviene no alabar en público por temor a que se convierta en una reivindicación masiva. un poducto de consumo popular. Claro que para alcanzar tal mérito contó con el cuerpo, muy grande, y la voz, muy suave, de Laird Cregar: palabras mayores.
Bobbies con silbato corriendo a pie o a caballo entre la niebla, curiosos que se acercan a ver el cuerpo sin vida de la nueva víctima, otra mujer, del asesino que atemoriza la ciudad... En un blanco y negro que esconde en sombras el terror, vemos como un hombre cauteloso que dice llamarse Mr. Slade llega a la casa de los Bonting, Robert (Sir Cedric Hardwicke) y Ellen (Sara Allgood), ancianos que pasan una mala racha económica y alquilan una habitación. No contento con la decoración de la estancia (en sus paredes cuelgan retratos de actrices), se instala en el desván. Mrs. Bonting le explica que con ellos vive su sobrina Kitty Langley (Merle Oberon), que aspira a labrarse un futuro en el mundo teatral pero que por el momento ha de conformarse con ser la estrella de un musical algo francés, algo insinuante y pícaro. El sigilo de Mr. Slade, ¿patólogo de profesión?, y su impasible comportamiento ante las muertes sangrientas de un par de licenciosas vecinas despiertan las sospechas en el matrimonio, como así revelan al inspector Warwick (George Sanders), que verá en Kitty, aparte de una belleza sin igual, una víctima propicia. Protegiéndola -un cebo con veladas reminiscencias del famoso relato de Friedrich Dürrenmant llevado al cine por Ladislaus Vadja y Sean Penn-, llega a acorralar a Mr. Slade, obsesionado con la muerte de su hermano por culpa de una mujerzuela. Pero si Mr. Slade es, si fue, Jack, el Destripador, y no revelo el final, nunca lo sabremos. Lo que si sabemos seguro cuando termina el film es que el prodigio ha vuelto a producirse: sus imágenes nos acompañarán hasta la tumba.
Partiendo de una de las teorías posibles sobre el criminal que aterrorizó a los ingleses en 1888 -no la más fascinante, que acusaba directamente a algún miembro de la familia real, tal como reflejó la novela gráfica From hell, de Moore y Campbell-, The lodger sorprende, aparte de por recrear el London de nieblas y calles estrechas, ciudad de fin de siglo apocalíptico donde las noticias de la prensa y los chismes del lechero cobran la misma importancia, de sus maravillosas interpretaciones, todas sin excepción (Merle Oberon se vio tan bien retratada que al año siguiente se casó con el fotógrafo, Lucien Ballard), y muy especialmente el gran Cregar, capaz de convertirse en un Quasimodo entre las tramoyas del teatro, en un tímido que borra sus temores con fuego o en un acosador implacable, amén de ello, por la valentía de su director: une muertes escabrosas -ahorrando detalles como el esparcimiento por las paredes de las vísceras de la última víctima, pormenor que no necesitas conocer para imaginar el espanto del reprobable hecho- con espectaculares números de cancán, sitúa la cámara creando picados y contrapicados expresionistas, hace que no se pronuncie una palabra de más -la visita al Museo de Scotland Yard es pavorosa a la par que aguda-, que no se incluya en el montaje un hecho de menos, y crea una atmósfera espesa y agraz que te traslada a las orillas del maloliente Thames. Es tan grande The lodger que su banda sonora es una clara inspiración para la famosa escala musical de cinco notas que John Williams
compuso para Close encounters on the third kind (Encuentros en la tercera fase, 1977): el asombro se esconde en la secuencia de arranque.
John Brahm terminó su carrera filmando casi dos centenares de episodios para las series de televisión más perstigiosas de las décadas de 1950 y 1960, entre ellas Alfred Hitchcok presenta, lo que demuestra la admiración y el respeto de su figura por el maestro del suspense. Por otra parte, el Nombre del film, el colosal Laird Cregar, obsesionado con su peso, algo más de 130 kilogramos en 1,90 de estatura, se sometió a una dieta estricta que meses después se complicaría y acabaría con su vida. No vio estrenado su último rodaje, Hangover Square (Concierto macabro, 1945), con John Brahm de director y George Sanders de compañero de reparto (con quien también había coincidido en Rafael Sabatini's The Black Swan (El Cisne Negro, 1942), de Henry King). El cine se vio así privado de un talento mayor. Menos mal que para el recuerdo siempre nos queda Mr. Slade, quién sabe si el verdadero Jack the Ripper.

+ DE 1001 FILMS: 1074 - The lodgerThe lodger (Jack, el Destripador, 1944)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) no se detallan títulos de J. Brahm.

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